Ese “Yesca”
era hermano del “Noto”.
Ambos tomaban parte durante el invierno en las corridas de “mogiganga”
que se verificaban en la plaza de toros.
Unos
aficionados al toreo, que “paraban” en la antigua tienda de vinos denominada de
“Corona”, en donde todas las tardes consumían sus cañitas de fina, olorosa y
pastosa manzanilla, con su correspondiente “platito”, se propusieron jugarle
una broma al “Yesca”.
Este
siempre repetía que toreaba más que “Costillares” y que el “Tato” y el “Gordito”,
que en aquella época sostenían cruda competencia, no servían ni para descalzarle
una zapatilla.
Fundados en esto, los referidos parroquianos de “Corona” propusieron al “Yesca”
que matara a un toro de seis hiervas “Yesca" contestó muy gravemente:
- Yo
me comprometo a torear toros de seis años, hasta de doce: pero ha de ser con
una condición, que firmemos una contrata formal en papel sellado, fijando la
edad del toro y las palabras que “Francisco Tabares “Yesca”, se compromete a
dejar muerto en la plaza al bicho que se designe, y con la edad que quiera la
empresa”.
Además, el sueldo lo percibiría por
adelantado. Se firmó el contrato y se anunció la corrida, asistiendo a ella
numeroso público, deseoso de presenciar la huida de “Yesca”, cuya superior jindama
de todos los aficionados taurinos era conocida.
Salió el primer toro, de grandes proporciones y de enormes cuernos.
“Yesca”
no se movió de la barrera durante las suertes de varas y de banderillas.
Tocaron a matar. El “diestro” ordenó que se llevaran al toro bastante
lejos.
Seguidamente se fue “Yesca” a la presidencia, brindando la muerte del
corpulento toro.
El
público estaba estupefacto y admirado, sin saber en qué terminaría la corrida,
pues todos habían sospechado que el “torero de invierno” no llegaría a la
plaza, ingresando de “mutuo” propio en la cárcel.
Después de “brindar” el “Yesca” siguió alejado del toro y arrinconado a
la barrera, para en caso de tener que tomar el “olivo”.
El
público empezó a impacientarse, indicando “Yesca” con la mano que “esperaran”.
-
Camama, vete para el toro.
Y “Yesca”
volvía a repetir con la mano que se “esperaran”.
El
presidente le ordenó que cumpliera con su compromiso.
Por fin el presidente hizo comparecer ante su presencia al “diestro”, hablándole en esta forma:
-
Mira “Yesca”, si no puedes cumplir con el compromiso que has firmado, dilo y
saldrá otro a matar el toro.
-
Señor presidente –contestó el “Yesca"- yo estoy cumpliendo la condición que he
firmado en la contrata. ¿Qué dice ésta? Pues que no me “retiraré de la plaza
hasta dejar muerto al toro”; así es que puede morirse de hambre, que yo estaré
aquí hasta que expire ese castillo con cuernos. Conque señor presidente, si
V. S. y el público tienen que hacer, pueden irse, que yo estaré aquí hasta que
el toro se muera.
Después de esto, “Yesca” pasó a la cárcel, si bien permaneció en ella
poco tiempo.
Con esto terminó la “broma” de los
parroquianos de la tienda de vinos de “Corona”, que, como es natural, no
pudieron oponer reparos a la forma en que “Yesca” cumplía su formal compromiso.
UN TORERO VALIENTE
Cuento histórico
aun2014
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