martes, 31 de diciembre de 2019

Carretera de Alcañiz, Teruel



Carretera de Alcañiz
Barrio de San León


Fotografía: Turoliense. Alfonso Utrillas Navarrete, 30/12/2019



aun2019



lunes, 30 de diciembre de 2019

Plaza del Torico, 2007




Plaza del Torico
Teruel, diciembre de 2007


Fotografía: artec3 Studio
Ducio Malagamba, 2007


aun2019


domingo, 29 de diciembre de 2019

Santuario de Ntra. Sra. de los Pueyos, Alcañiz

Años 1960

2018


Años 1960

1914


Santuario de Ntra. Sra. de los Pueyos, Alcañiz


De la ermita actual la parte más antigua corresponde a la nave, obra del siglo XVII. Está dividida en cinco tramos mediante arcos perpiaños rebajados y se cubre con bóveda de cañón con lunetos, decorada con esgrafiados policromados. En el siglo XIX, Tomás Llovet, artista alcañizano de gran prestigio en todo Aragón, llevó a cabo una importante reforma en la zona de la cabecera de la ermita, dándole su aspecto actual. La capilla mayor es de planta cuadrada y se cubre con cúpula, en cuyas pechinas están representados los cuatro evangelistas. En los muros laterales se desarrollan dos bajorrelieves, enmarcados en semicírculos, en los que se narra el hallazgo de la Santa Imagen. Al fondo de esta capilla se dispone el camarín de la Virgen. La capilla mayor está precedida por un gran crucero cubierto con cúpula, cuyas pechinas se decoran con ángeles. Es interesante el entorno urbanístico del santuario: su gran rampa de acceso (El aventador) y la amplia explanada que le precede.


Fotos postales coloreadas
Fotografía actual
Ayuntamiento de Alcañiz, 29/12/2019


aun2019



El Cristo de los Membrillos, Teruel

El Cristo de los Membrillos, iglesia de San Juan, 1910


El Cristo de los Membrillos


Lámina 19ª


Fig. 320_1  Sto. Cristo del Membrillo.
        ¿Siglo XVI?
        Iglesia parroquial de S. Juan de Teruel.




Nota de Turoliense: La iglesia de San Juan fue destruida en la Batalla de Teruel (1937-1938). En la reconstrucción de Teruel (1939-1957) y la remodelación de la plaza de San Juan, fue derribada. El Cristo de los Membrillos fue trasladado a la iglesia de San Andrés y en ella se encuentra en la actualidad.


Catálogo Artístico-monumental de la provincia de Teruel
Juan Cabré Aguiló, 19o9-1910



aun2019



viernes, 27 de diciembre de 2019

Gigantes y cabezudos, Alcañiz



Gigantes y Cabezudos
Plaza Mendizábal (San Antón en 1923)


Foto postal: C. Escuin, 1923


aun2019



El Cristo de las Tres Manos, iglesia del Salvador de Teruel




El Cristo de las Tres Manos
Iglesia del Salvador


Fotografía, autor anónimo

Fotografía de Francisco López Segura, años 1950
Fotografía de Francisco López Segura, 4/03/1954 
Instituto de Estudios Turolenses, IET


aun2019



El Cristo de las Tres Manos, iglesia del Salvador, Teruel



 El Cristo de las Tres Manos
Iglesia del Salvador


Foto postal en color

Fotografía de Francisco López Segura, 27/11/1951
Instituto de Estudios Turolenses, IET


aun2019



La ermita de la Virgen del Carmen, Teruel




La ermita de la Virgen del Carmen
-José Mª Manuel Cortina, Arquitecto-



Diario de Teruel
Cronica, pag. 3
Teruel, 5 de marzo de 1903

“Se encuentra en nuestra ciudad el inteligente arquitecto Sr. Cortina, que ha venido con el fin de traer a la señora viuda de D. Constantino Garzarán (q.e.p.d.) los planos para llevar a cabo las grandes reformas que trata de introducir en la ermita de la Virgen del Carmen, la cual ha adquirido recientemente por compra a sus propietarios.
Las obras y reformas que han de practicarse, es seguro que convertirán dicho punto en un hermoso lugar, que llamará justamente la atención”.

Nota descubierta por Antonio Pérez en Diario de Teruel del 5-III-1903.

 
José Mª Manuel Cortina López


Cortina y la familia Garzarán

La conexión de Cortina con la ciudad de Teruel se estableció seguramente a través de su madre, Josefa Pérez Esteban, oriunda de la ciudad de los Amantes. Posiblemente los Pérez mantenían buena relación con los Garzarán, familia burguesa turolense dedicada a la banca y a otros negocios que regentaban a caballo entre Teruel y Valencia, pues ya en 1892, recientemente titulado, Manuel Cortina recibía el encargo para intervenir en un edificio que Constantino Garzarán poseía en Valencia.


La primitiva ermita del Carmen

Se tiene constancia de que la primitiva ermita del Carmen ya existía en su actual emplazamiento, junto a la carretera de Zaragoza, una ermita dedicada a la Virgen del Carmen al menos desde el último tercio del siglo XVIII (Martínez Ortiz, 1957).

Con independencia de la antigüedad y de las características y estado de conservación de la construcción primitiva en el momento de formalizarse el encargo, lo cierto es que no se conservó más que el emplazamiento y la dedicación a la Virgen del Carmen, por lo que la obra de Cortina puede considerarse de nueva planta.



La ermita de Cortina

La nueva edificación, construida en 1903, está integrada por diferentes volúmenes que se yuxtaponen a un cuerpo principal que contiene el santuario propiamente dicho. Por delante, orientado al sudeste, el atrio acoge a los fieles bajo un gran arco gótico, mientras que del lado opuesto emerge un pequeño ábside poligonal que conforma el camarín de la Virgen. En el lado norte se halla adosado un sencillo cuerpo bajo y alargado que hace las veces de sacristía. La cara sur, asomada antaño a la carretera, es la única que no presenta añadidos.

A partir de esta configuración se observa que la ermita no se orienta siguiendo la tradición de los templos cristianos de situar la cabecera al este, sino que ocurre más bien lo contrario. Posiblemente la explicación se encuentre en alguno de estos argumentos: el condicionamiento por la posición de la ermita preexistente; la mejor orientación al sudeste, dado el clima turolense, protegiéndose de los vientos fríos del norte; o la disposición de la entrada hacia la ciudad, desde donde acudían principalmente los fieles.

Todo el edificio descansa sobre un sólido basamento de piedra que lo aísla de la humedad del terreno. No obstante, predomina en los muros la fábrica de ladrillo, material que se combina con piedra artificial, unas veces para marcar el perfil de los arcos –en ese caso, el color que recibe es el verde oscuro– y otras para definir elementos ornamentales –sobre fondo azul celeste contrastan piezas menudas en verde y naranja. Los tejados están recubiertos con tejas planas vidriadas en color azul intenso y blanco formando dibujos.

El cuerpo central, de planta cuadrada, es el más esbelto. En cada frente se abre un gran arco ojival, decorado con doble arquivolta de ladrillo, dos hiladas de esquinillas a tresbolillo siguiendo la traza del arco y una moldura exterior. Estos arcos se acoplan perfectamente con las fábricas del atrio y el ábside, mientras que los laterales se cierran con vidrieras enrejadas. Acentuando las esquinas se elevan pilastras –reminiscencia de los contrafuertes medievales–, decoradas con motivos modernistas distribuidos en dos niveles: el inferior, con letras caligráficas, y el superior, con cruces griegas. Los muros de ladrillo se rematan con un friso de proporciones clásicas que libra, al centro de cada cara, un pequeño hueco de iluminación. De aquí arranca la cubierta abovedada de rincón de claustro.

El atrio mantiene la anchura de la nave, aunque es más corto. Se cubre con bóveda de cañón apuntado de la misma fábrica de ladrillo, reproduciendo en el frente la decoración de los arcos del cuerpo central, ahora coronado con una espadaña con campanillo. Repiten las pilastras, pero de menor altura. A las bandas se disponen bancos corridos con huecos enrejados que permiten la entrada de luz al interior.

El ábside es el cuerpo más reducido. De planta pentagonal y completamente ciego, apenas se decora con estrechas bandas de esquinillas.

La sacristía denota gran sencillez, tanto por su concepción geométrica –una simple nave perpendicular al cuerpo central– como por la ausencia de decoración. Se distribuye en dos partes: un distribuidor, más estrecho, que contiene la puerta de acceso, y una estancia rectangular iluminada por tres huecos rasgados. A diferencia de los demás cuerpos, la cubierta se resuelve a dos aguas de escasa pendiente, con teja alicantina.

Entre los motivos decorativos al exterior figuran las iniciales de los apellidos del comitente, don Constantino Garzarán López, así como diferentes símbolos carmelitas. El más extendido es la enseña, que suele ir acompañada por una corona con doce estrellas y una bola con cruz. La recreación de estos símbolos alcanza su máxima expresividad en el remate modernista de la cúpula.

La ermita del Carmen resulta menos interesante puertas adentro. Arquivoltas taqueadas, cabezas de ángeles, inscripciones latinas, vidrieras polícromas, cúpula estrellada y otros motivos decorativos al uso en edificios religiosos se combinan con guirnaldas de flores, un zócalo de azulejo valenciano de tonos azulados y un pavimento de baldosa hidráulica, en una mezcolanza ingenua y un tanto vulgar de materiales, colores y formas en la que sorprende la ausencia de luz natural en toda la bóveda.

De cualquier manera, la concentración del interés creativo al exterior en detrimento de los espacios interiores, propia de la obra de Cortina y, en general, del historicismo, no resulta ilógica en esta ocasión, si pensamos que la ermita era punto de devoción de los fieles, efectivamente, pero que las plegarias se dirigían desde el exterior –en concreto, desde el atrio– y que la puerta principal no se abría más que en contadas ocasiones.

La ermita del Carmen no es ajena a la influencia mudéjar turolense, que se traduce en el hábil manejo del ladrillo siguiendo la tradición local y la inserción de elementos decorativos en color verde. A su vez, las fábricas de ladrillo muestran su ascendencia mudéjar en la gran arcada ojival del atrio, las arquivoltas del cuerpo principal, las fajas de esquinillas repartidas por todas las fachadas o el alero con dientes de sierra de la sacristía.




 Las dos versiones del Proyecto

Si atendemos a la minuciosidad de los detalles, la ermita del Carmen parece corresponder, tal y como ha señalado Antonio Pérez (1998), a la maqueta de un gran templo. Sin embargo, la verdadera escala de la ermita remite a otro tipo de construcciones, bien experimentado por Cortina desde su cargo de arquitecto de cementerios de Valencia. Nos referimos a los panteones (Girbés Pérez, 2010). De hecho, en la colección de maquetas del arquitecto, actualmente en el Museo Nacional de Cerámica “González Martí” de Valencia, el modelo de la ermita pasa desapercibido entre otros de panteones, incluso guarda un sorprendente parecido con algunos de ellos. Estas coincidencias no son casuales.

Cortina diseñó dos versiones distintas de la ermita. La primera está recogida en el proyecto original, que lleva fecha de 31 de enero de 1903, del que se conservan los planos de alzados y secciones. De la segunda versión no nos han llegado dibujos pero sí la maqueta de escayola, ya mencionada, que se corresponde sustancialmente con la realidad construida. Entre ambas propuestas se aprecian tres diferencias significativas.

En la versión más antigua Cortina propuso bajo la ermita una especie de cripta abovedada a la que se accedía por una trampilla situada en el crucero. Justo debajo se encontraba un pequeño recinto iluminado con tragaluces laterales, al que se abrían siete nichos de distinto tamaño ordenados bajo el atrio. Nada de ello se llevó a cabo en la ermita construida.

El más llamativo de los cambios tuvo que ver, sin embargo, con la formalización de la cúpula central. Desafortunadamente, la propuesta inicial era mucho más elaborada y rica que la solución ejecutada. Por encima del coronamiento de los muros se hacía visible la transición de la planta cuadrada del crucero al tambor octogonal, resuelta al exterior con taludes de hiladas escalonadas y en el interior mediante trompas. En cada cara del tambor se abrían sendos óculos de tracería cuadrilobulada. Las aristas del tambor estaban achaflanadas, mientras que la articulación con la cúpula se producía mediante gabletes encadenados, en una fantasía gótico-barroca que recuerda las obras de Guarini. Sobre los vértices de los gabletes se alzaban cruces celtas. La cúpula de ocho caras estaba literalmente coronada con una linterna que permitía una entrada mínima de luz, contribuyendo a conferir al interior una proporción de acusada esbeltez, tanto mayor contemplada desde el vacío inferior de la cripta.

En la versión construida, el sistema de cubrición fue simplificado de modo ostensible. Desaparece el tambor con sus gabletes, lo que obligó a reformar la cúpula que pasaba de ocho a cuatro caras, quedando convertida en bóveda de rincón de claustro. El remate octogonal en coronación se mantuvo, aunque ahora acoplado forzadamente a la bóveda de cuatro caras y sin función de linterna.

La última de las diferencias se refiere al cuerpo lateral alargado del lado norte, que no figuraba en la primera versión.

La divergencia entre las dos propuestas induce a pensar que, inicialmente, el proyecto fue concebido para un uso mixto de templo y panteón. Apuntan en esa dirección dos hechos. En primer lugar, que no aparecen en los dibujos del primitivo proyecto las iniciales del comitente, detalle que, a buen seguro, no se le habría pasado por alto dibujar al arquitecto –extraordinariamente perfeccionista– de haber sido esa la intención. Esta circunstancia podría relacionarse con el destino familiar y no singular de los enterramientos. En segundo lugar, ya aparecen en los planos diversos símbolos carmelitas, circunstancia que descartaría la hipótesis de un encargo para un emplazamiento distinto del actual.

Posiblemente fuera el rechazo municipal o la precipitada muerte del comitente lo que obligó a un cambio de planes, que significaría la adaptación de la ambiciosa ermita-panteón inicial a un templo, igualmente de carácter privado pero sin enterramientos y más modesto, al que finalmente se le adosarían las dependencias para sacristía y habitación del ermitaño.


Fuente: “Una ermita cuasi panteón. Manuel Cortina y la influencia mudéjar en la ermita de la Virgen del Carmen de Teruel”. José Luis Baró Zarzo. Universidad Politécnica de Valencia.







Adaptación al texto: Alfonso Utrillas Navarrete
Fotografías: Turoliense, 2019


aun2019



jueves, 26 de diciembre de 2019

Hombres célebres de Teruel




Hombres célebres de Teruel


Aragón
Revista Gráfica de Cultura Aragonesa
Zaragoza, abril-mayo-junio de 1960


aun2019



Acueducto los Arcos de Teruel, litografía





Acueducto los Arcos de Teruel
-Recuerdos y bellezas de España-


Título, AQUEDUCTO [sic] conocido por los Arcos de Teruel; Dib.ª del natural y lit.º por F. J. Parcerisa; Litografia original Pertenece a la obra de Parcerisa, F. J. Recuerdos y bellezas de España: obra destinada para dar a conocer sus monumentos, antiguedades, paysages etc., en láminas dibujadas del natural y litografiadas por F. J. Parcerisa y acompañadas con texto por P. Piferrer [S.l.] : [s.n.] , 1839-1865 (Barcelona: Imp. de Joaquín Verdaguer). Medidas: 28x 18,5 cm.



aun2019



martes, 24 de diciembre de 2019

Gerencia Territorial del Catastro, Avenida de Sagunto nº 24, Teruel



Gerencia Territorial del Catastro
Avenida de Sagunto nº 24
Ensanche, Teruel


Fotografía: Turoliense
Alfonso Utrillas Navarrete, 18/12/2019


aun2019





Inauguración del abastecimiento de aguas potables de Teruel, 1931





Inauguración oficial del abastecimiento de aguas 


El martes se celebrará en nuestra ciudad el acto de la inauguración oficial del abastecimiento de aguas potables.

Don José Torán viene a Teruel con motivo tan fausto para la ciudad; viene invitado por muchos turolenses y por el Ayuntamiento, y fuera de los actos oficiales a que tendrá necesidad de asistir, es su deseo pasar algunos días entre nosotros como un turolense más, lo que le servirá de descanso de sus diarias tareas y podrá así entregarse a las naturales expansiones.

El lunes habrá una comida íntima ofrecida a don José Torán por el Ayuntamiento de Teruel.

Por la noche, en el Teatro Marín, se celebrará una función de gala en la que actuará la Orquesta Clásica, que dirige el eminente maestro Saco del Valle.

En dicha función es casi seguro que tome parte algún reputado artista turolense.

En esa función se estrenará la Marcha Turolense, obra del maestro Mingote, dedicada a don José Torán.

También tendrá lugar ese día, por la noche, la comida íntima ofrecida por don José.

El lunes o el martes se celebrará una función de cine de adecuadas y selectas películas, a la que podrán asistir gratuitamente los niños de las Escuelas, los de San Nicolás de Bari y la Beneficencia, y todos los niños pobres de Teruel.

El martes, como obsequio de don José Torán, se darán comidas extraordinarias, con reparto de prendas en el Comedor de Caridad; otra a los niños de la Cantina Escolar con reparto de juguetes y prendas, y otra comida a los presos.

La de los ancianos del Asilo de las Hermanitas, se traslada a otro día por costearla en el de Reyes el señor gobernador civil.

También serán obsequiados los niños acogidos en la Casa de Beneficencia.

A las cuatro de la tarde habrá Salve coral a Santa Emerenciana, e inmediatamente después se celebrará el acto oficial de inauguración de las aguas en el jardinillo del monumento al Venerable Francés de Aranda.

Acto seguido se quemará una traca que partiendo de los depósitos de elevación de aguas atravesará Teruel hasta los otros depósitos para volver al mismo punto de partida.

La función de gala en el Teatro comenzará a las diez y cuarto de la noche.

En los programas de mano se puntualizarán todos los detalles de la función.

EL abono será reservado hasta las tres de la tarde del lunes.


Diario El Mañana
Teruel, 3 de enero de 1931


aun2019



lunes, 23 de diciembre de 2019

José Torán de la Rad. Abastecimiento de aguas potables de Teruel, 1931







El ilustre ingeniero  don José Torán de la Rad, autor de la obras realizadas en Teruel para el abastecimiento de aguas potables de la importante capital aragonesa.




Grupo de vecinos del barrio de la Judería designados para recibir a la señora de Torán (Consuelo Peláez).




El gobernador civil, don José García Guerrero, dirigiendo la palabra al pueblo  desde el balcón del Palacio Episcopal. A su derecha el alcalde de Teruel, don Agustín Vicente, y a su izquierda, el ingeniero-director de las obras, don José Torán.




Aspecto exterior del edificio construido para la estación elevadora de aguas (tomas de la carretera de Cuenca).




El ayuntamiento, con el gobernador civil y otras autoridades, y el ingeniero señor Torán, dirigiéndose al Palacio del Obispo para proceder a la bendición de las aguas.



José Torán de la Rad
Abastecimiento de aguas potables de Teruel


Biblioteca Nacional de España
Revista Nuevo Mundo
Madrid, 16 de enero de 1931


aun2019



domingo, 22 de diciembre de 2019

Nicolás Ferrer y Julve. Bisgargis capital de la antigua Ilercabonia



Nicolás Ferrer y Julve
-Bisgargis capital de la antigua Ilercabonia-



Sr. Director de la REVISTA DEL TURIA.

Muy Sr. mío y de toda mi consideración: Para pagar la deuda que moralmente tengo contraída con el periódico que tan dignamente usted dirige y por tratarse de una comarca próxima o vecina a otras de la provincia de Teruel, voy a darle a usted cuenta del resultado de una visita que el año último verifiqué a la célebre capital de la antigua Ilercabonia, hoy en ruinas, y que yo me permito llamar las ruinas de Bisgargis ciudad que descubrí en las inmediaciones de Morella hace pocos años.

A tres leguas de la reina del Maestrazgo y muy próximas a la villa del Forcall, separadas solo por el río Cantavieja y sentados sobre una pequeña montaña que se parece mucho por su conformación y perfiles a la que sustenta en su cúspide al célebre castillo morellano, se hallan estas ruinas: su aspecto es el de una fortaleza de dos cuerpos, el más inferior formado por tierras de labor de la Masía de D. Vicente Molinos, cuya casa de campo asienta en la parte baja de la finca, siempre fértil y bien cultivada, y el superior por unos bancos de roca caliza de un espesor que no baja de doce metros y en sus mismas aristas y bordes se descubren restos y murallas cuyos lienzos reproducen las ondulaciones y rompimientos de los estratos sobre que descansan.—Paralelas a las primeras hay segundas líneas de murallas rasantes casi a la superficie, y entre ambas huellas y vestigios evidentes del paso de los carros, pero a una altura que hoy parece increíble su acceso, huellas que han quedado impresas de una manera indeleble en la superficie de la misma peña y que hacen presumir la existencia precisa en otro tiempo de una rampa o calzada, que hoy no se ve, pero que debió ser de gran desarrollo y extensión y que atestiguaría la importancia de la población que a ella conducía.—Dentro ya de lo que podemos llamar fortaleza descúbranse señales evidentes de la morada del hombre. Vasijas rotas de todas formas y tamaños, sillares labrados, tejas planas, asperones circulares, huesos calcinados, trozos de tubería de plomo, cimientos de edificios, paredes pintadas, vidrios irisados, fragmentos de hierro y bronce, maderas carbonizadas, escorias cobrizas y ferruginosas, hachas de piedra pulida y sin pulir, pequeñas vasijas de barro sin tornear, pesos romanos semejantes a prismas perforados, broches o imperdibles, aretes, torcas o brazaletes y otros adornos y objetos más o menos bien conservados y curiosos, y además monedas y camafeos. Como de mi primera y segunda visita ya di cuenta años pasados a la Sociedad Arqueológica valenciana y al público, y el Diario las Provincias de Valencia insertó mis descripciones que copiaron otros periódicos de Madrid, solo voy a reseñar a V. sencillamente mis últimas impresiones de viaje y lo que he visto.

Era un día caluroso del mes de Julio. Encontrábame en Mirambel y mi jornada debía reducirse a recorrer la distancia que media entre esta villa y Morella. Para evitar los ardores del sol salí a las 4 de la mañana de la villa aragonesa, atravesé su término y el límite de la provincia de Teruel, pasé a la de Castellón por La Mata y Todolella y una vez cruzado el puente de este nombre debí seguir por la Roblera del Forcall costeando el río Bergantes para penetrar al medio día en los muros de Morella, pero con deliberado propósito, no lo hice así; desde el puente de la Todolella me dirigí por estrecho y áspero sendero a buscar al amigo y a saludar a las tentadoras ruinas. A las 8 de la mañana estrechaba la mano del leal y honrado D. Vicente Molinos, que rodeado de su querida y apreciable familia y de sus hermosos nietos, Felipeta y Vicente, me recibía con todo el cariño y deferencia que en él son proverbiales y característicos. Sabe recibir a los huéspedes cual un magnate y pronto apagamos nuestra sed con un sencillo refresco seguido de improvisado y sabroso almuerzo. Mi pequeño hijo Agustín que me acompañaba se admiraba de ciertos detalles domésticos relativos al orden y aseo de la casa que a mí ya no podían sorprenderme, y más aun, de encontrar tras animada y sostenida plática sobre la mesa en que comimos, periódicos de Valencia y de Madrid, que fueron como el último plato de aquel convite campestre. Ávidos de noticias y después de carecer de ellas todo el tiempo que duró nuestra correría por aquellos pueblos montañosos, nos fue muy grato saber algo de Valencia, los ojeamos, y satisfecha nuestra curiosidad pasamos a ocuparnos de los descubrimientos realizados en aquella Muela desde mi última visita. Once años habían trascurrido...

Yo había encarecido mucho al amigo Sr. Molinos que recogiera y guardara cuidadosamente cuantos objetos se encontraran laboreando la tierra, pues un día podrían ser revisados por comisiones científicas o por personas inteligentes y acaso al ser clasificados fueran documentos importantes para ilustrar la historia patria confirmando mis primeras inducciones sobre la existencia en aquél mismo lugar de la ciudad de Bisgargis, una de las principales ciudades de la antigua Ilercabonia.— Ha seguido mi consejo el propietario, y para no hacerme difuso ni abusar de su paciencia y de la de los lectores, voy a enumerar los objetos encontrados, todos reconocidos por mi y de los que guardo copia auténtica .—Los distribuiré en cuatro grupos: monedas, téseras, camafeos y objetos prehistóricos.

Monedas. Son muchas las encontradas, pertenecen unas a las épocas primitivas del imperio romano, otras son coloniales, algunas de familias romanas, y también las hay del bajo imperio; no faltan autónomas; unas son de plata, otras de bronce y otras de cobre, la mayor parte en buen estado de conservación. Las hay de Augusto, de Tiberio, Claudio, de Adriano, medianos bronces; las hay de Claudio gótico, Galieno, Probo, Constancio y Constantino, Arcadio y Hororio, pequeños bronces.

Entre las coloniales hay una de Iberia Julia, con dos barcos, otra de Ilerda, otra de Sagunto, otra de Tarraco, otras de Caesar-Augusta, otra de Bilbilis, una de Osicerda y otras que no me atreví a determinar por no estar clara su leyenda.

Entre las de familias me llamaron la atención una de plata con cabeza de guerrero con casco en el anverso, y en el reverso una biga o sea un par de caballos a galope tirando de una carroza guiada por un genio con esta inscripción al pié: AV. LENTVL. Otra de igual metal con un barco y esta leyenda: IIIVIRRP.S. en el reverso las águilas romanas y los estandartes de las legiones con esta inscripción: LEG. II.

Celtíberas hay ocho, algunas de Celsa y en general bien conservadas.

Las Téseras son muchas, hermosas, de formas variadas y en buen estado de conservación; las hay romboidales, circulares, ovales, semiovales, de figura de piña, etc.: unas de mármol blanco, otras azuladas, otras rojas, violadas, etc. Las inscripciones que ostentan son las siguientes: 

«PAS-VIA.» «ADV-M.» «NICRE. F.» «AI-   » NOI.-    »  «XO-XIII.» «SO.» «CTP.» «RVI-  » « GRATI-VALERI» « NERVAGRANI.

También encontramos varios trozos de barro saguntino con las siguientes marcas de fábrica y con dibujos muy correctos y variados: «PRI.» «AEI» «Y.» Broches de bronce de figuras elegantes, cucharas dos de marfil, el mango cilíndrico, el ensanche circular. Tampoco faltan lacrimatorios de barro y ele vidrio, alguna pequeña lámpara rota, con irisaciones los objetos de vidrio y todos de tamaño reducido, parecidos a pequeñas retortas con cuello prolongado de botella. Una pequeña estatua de barro con manto sobre los hombros; pareciome ser un fetiche o un penate.

Los camafeos allí encontrados al remover la tierra con el arado y que cuidadosamente guarda el Sr. Molinos son nueve, uno blanco de ágata, dos negros y siete rojos, en perfecto estado de conservación.

El tamaño de todos ellos es pequeño y el mayor no pasa de las dimensiones de una peseta. Tienen perfectamente esculpidas varias figuras simbólicas, entre las que recuerdo dos delfines y un tridente agrupados simétricamente al rededor de una columna; dos guerreros de pié, un hombre bailando delante de una ánfora; una cabeza de Minerva, etc. Saqué copias o amprontas exactas de todos ellos por medio de cera, pues no tenía a mano lacre, y estas copias obran en poder de D. Teodoro Llorente, Director de las Provincias que admiró la perfección de los dibujos y su buen estado de conservación.

Objetos prehistóricos. En medio de estos restos de una civilización al parecer tan adelantada, aprecié otros que corresponden, sin duda, a una época mas primitiva y que son típicos. Está representado el uno por una vasija de barro hecha a mano, sin intervención del torno del alfarero, es una especie de pucherito o cazolita relleno en su mitad de una sustancia colorante. El otro una hacha de piedra pulida, un poco deteriorada por un extremo; la materia de que está formada parecióme diorita y semejante en tamaño y hechura a las que he podido encontrar y recoger en Cantavieja, Mirambel, Morella y Peñarroya. También distinguí flechas de pedernal y alguna punta de lanza silícea, correspondientes a las épocas primitivas de la existencia de las sociedades humanas, en una palabra, restos de la edad de piedra.

No puedo pasar adelante ni quiero permitirme entrar en el terreno de las interpretaciones de los hechos. Fue solo mi objeto darlos a conocer y llamar la atención de los hombres científicos, principalmente de los aficionados a la Historia y sus ciencias auxiliares para que, estudiándolos les den todo su valor y ver si logro que las corporaciones oficiales se decidan un día a verificar una exploración metódica, ordenada y concienzuda cual se realiza en otros países, y de ésta manera se conseguiría sacar a luz a la que yo creo Bisgargis ciudad principal de la antigua Ilercabonia.

Usted, con su periódico, puede contribuir a este resultado.

Suyo afmo. amigo y S. S. Q. B. S. M.

NICOLÁS FERRER Y JULVE

Valencia Diciembre 27 del 87




Revista del Turia
Teruel, 15 de enero de 1888
Fotografía: Antonio García. Valencia, 1/01/1901






La Moleta dels Frares
Forcall, comarca de Els Ports (Castellón)


La Moleta dels Frares es un yacimiento ubicado a 2 km de la localidad de Forcall, en la comarca de Els Ports. Se asienta en una pequeña muela situada sobre el río Cantavieja, a unos 895 metros de altitud, rodeada por escarpaduras que la dotan de una defensa natural. Con una superficie próxima a las 8 hectáreas, es uno de los asentamientos más grandes de las comarcas castellonenses que fue ocupado desde la Edad del Bronce hasta el periodo andalusí. Entre los siglos I y III d.n.e. albergó la única ciudad romana conocida en nuestras tierras. Por su situación junto a una encrucijada fluvial, fue también un importante nudo de comunicaciones por el que pasaba un camino mencionado por los itinerarios antiguos que desde la Vía Augusta se dirigía hasta Caesaraugusta.

Las primeras noticias acerca de La Moleta son del año 1876 cuando Nicolás Ferrer y Julve (Mirambel, Teruel, 10 de septiembre de 1839 - Valencia, 16 de abril de 1901), catedrático de medicina de la Universidad de Valencia y aficionado a la arqueología, publicó en la prensa valenciana la noticia del descubrimiento de una ciudad romana que entonces identificó con Bisgargis, la antigua capital de los ilercavones citada por Ptolomeo. Esta atribución se mantuvo durante un siglo hasta que en 1977 el investigador alemán G. Alfoeldy, con la colaboración del historiador de Forcall, José Eixarch Frasno, reinterpretó una inscripción romana conservada en Morella: un altar dedicado a Júpiter en el año 212 d.n.e. por la salvación del emperador Caracalla, que fue erigido por la res publica leserensis. Así pues, Lesera debió ser una población privilegiada con el estatuto municipal en época del emperador Augusto, que se mantuvo activa al menos hasta principios del siglo III d.n.e. Junto a esta fuente epigráfica, su topónimo también aparece mencionado en la Geografía que Claudio Ptolomeo redactó hacia mediados del siglo II d.n.e.


Texto y fotografía: siap@dipcas.es


aun2019