jueves, 25 de mayo de 2017

Huesa del Común y su Castillo







Huesa del Común y su Castillo
-Tierras de Aragón-


Aragón Turístico y Monumental
Zaragoza, julio de 1984
Texto: M. J. Berraondo


aun2017



miércoles, 24 de mayo de 2017

Impresiones de Orihuela del Tremedal

Residencia de productores "Padre Polanco"





Impresiones de Orihuela


Aragón Turístico y Monumental
Zaragoza, abril, mayo y junio de 1969
Postal Coloreada, 1969


aun2017



lunes, 22 de mayo de 2017

El Toro de Oro





EL TORO DE ORO
-Tradición de Griegos-

Teruel, marzo de 1958
Texto: César Tomás Laguia
Dibujo: Alfonso Utrillas Navarrete

aun2017


sábado, 20 de mayo de 2017

La Espada de Don Pedro




LA ESPADA DE DON PEDRO
-Tradición de Albarracín-

Agrupación Forestal
Teruel, septiembre de 1958
Texto: César Tomás Laguia

aun2017


martes, 16 de mayo de 2017

El Castillo de Aliaga



EL CASTILLO DE ALIAGA
Castillo de la Encomienda (siglos XII y XIII)

El castillo fue conquistado en 1118, mismo año de la toma de Zaragoza, por Alfonso I, y cedido a Lope Johanes de Tarazona, junto con los de Pitarque, Jarque, Galve, Alcalá de la Selva y Apelia. La fortaleza estaba muy lejos de Zaragoza y tras su muerte en 1134, el repliegue que la siguió produjo que el castillo volviera a manos musulmanas con la invasión almorávide de 1134. El castillo fue reconquistado definitivamente por Alfonso II, no se conoce la fecha exacta de esta hecho. Pero si se sabe con seguridad que en el año 1163 el castillo pertenecía ya a la orden de San Juan, donado por Sancho de Tarazona, actuando como recibidor fray Miro, prior de Aragón y Navarra. En 1180 ya estaba configurado como encomienda, siendo el comendador G. de Vetula, quien al año siguiente también recibiría la iglesia de manos de Pedro Torroja, obispo de Zaragoza. Así en torno al poderoso Castillo de Aliaga se origino una gran encomienda de la que dependían lugares tales como: Pitarque, Fortanete y Sollavientos; diez años más tarde el rey Alfonso II también entrego a la orden la población de Villarroya de los Pinares. En 1216, el comendador Aimerico de Pace concedió fueros a los pobladores de Aliaga.

En 1462 la encomienda fue tomada por el señor de Híjar con ayuda de soldados castellanos, que entraron en Aragón en defensa de la causa del príncipe de Viana contra Juan II, en esa fecha era comendador de Aliaga Juan Ram. Aliaga permaneció poco tiempo bajo el dominio forzoso del señor de Híjar, quien por el contrario se reconcilio con el rey Alfonso II y recibió el condado de Aliaga y Castellote con el consentimiento del prior Belmonte. Juan II dispuso en su testamento que se devolviera Aliaga y Castellote a la Orden de San Juan, pero ambas continuaron bajo el dominio del señor de Híjar, que recibió en 1487 el titulo de duque de Aliaga.

El castillo no volvió a tener ningún otro episodio importante hasta la segunda guerra carlista, en la cual fue fortificado y se le coloco abundante artillería. En 1840 el general O’Donnel, al mando de las fuerzas isabelinas, sitio el Castillo de Aliaga, defendida por el comandante Francisco Macarulla, quien lo rindió finalmente, sin que, al parecer sufriera grandes destrozos.


Fondo Documental Histórico de las Cortes de Aragón
Dibujo y litografía: I. Salcedo
Texto: Red Aragón.com

aun2017



viernes, 12 de mayo de 2017

El Guerrero de la Andaquilla


El Guerrero de la Andaquilla 
o los peligros de la fantasía


Caía la tarde, las sombras precursoras de la noche comenzaban a fluctuar en el ambiente, los colores se apagaban con lentitud perdiendo tonalidad, y los gatos, sin excepción, empezaban a uniformarse de pardo pelaje.

Aquella tarde sentía deseos de abstraerme, de ensimismarme, de caminar a solas con mis pensamientos, y salí con intención de dar un paseo por las afueras. Al llegar a la puerta de la Andaquilla, un tropel de ideas históricas detuvo mi paso y quedé estático examinando el vetusto conjunto de aquellas piedras, llenas de tradición y de años, que han visto incólumes deslizarse generaciones y siglos.

La vibración insólita y emotiva que despierta el recuerdo nebuloso de un pasado obscuro, arraigó en mí, y el cuadro inanimado, se presentó a los ojos de mi fantasía con todo el realce de sus verdaderos tiempos. Las filigranas de sus rincones se restauraron. Como por arte de magia desaparecieron los tenderetes eléctricos allí situados, y con su desaparición cesó el contraste duro del anacronismo. La hornacina volvió a tener su imagen, y temblorosa resucitó la candileja, cuidada con esmero y cariño por manos piadosas y femeninas.

La puerta con sus herrumbres oxidados recobró su original fortaleza y junto a ella surgió el guerrero atlético, vestido de acero protector con su bigote poblado, con su tizona belicosa, con sus instintos luchadores...

El centinela vigilaba en las sombras pretendiendo atravesar las tinieblas con su mirada penetrante para sorprender los movimientos de la chusma sitiadora.

Después apareció la silueta del renegado traidor que vendía la plaza a los enemigos. Avanzaba escudándose en las sombras; Le guían dos secuaces malvados, partícipes de la traición y del botín.

El guerrero envolvió la cercana mansión de su amada en una mirada dulce y apasionada, un sus piro se escapó de sus labios; un toque de oración y alerta le arrodilló ante la imagen de la hornacina, y oró, mientras los traidores avanzaban para aprovechar por la espalda el momento propicio.

La ventana de la amada se abrió, dando un portazo sordo y un grito agudo de mujer vibró en las sombras anunciando peligro. Rehízose el guerrero. Los pesados mandobles fulguraron a la luz pavorosa de la luna, y ante el testigo único de una mujer pálida de emoción, llorosa y suplicante, suspensa y aterrada, chocaron los aceros.

El traidor cayó bañado en su propia sangre, los secuaces cobardes huyeron con presteza por angostas callejuelas, mientras el moribundo pedía confesión.

Y confesó su traición. Una antorcha encendida sería la señal convenida con la chusma enemiga para darles entrada en la ciudad. La ciudad se aprestó a la lucha. Gruesas piedras se amontonaron rápidamente en las estratégicas murallas. Una antorcha proyectó su luz rojiza desde la puerta, y los sitiadores, al amparo de la noche escalaron la cuesta de la Andaquilla, cuando un torrente de piedras las arrastró.

Gritos, imprecaciones, blasfemias... luego silencio. La lección fue dura. La ciudad volvió al descanso, y el guerrero centinela a su puesto. Sobre sus goznes, giró un postigo y una mujer avanzó hasta reunirse con el guerrero. La imagen de la hornacina recibió un juramento más, un juramento lleno de fe y de entusiasmo...

—Mañana — dijo el guerrero— cuando nuestros descendientes conozcan la gloriosa página que hoy hemos añadido a nuestra brillante historia, honrarán y venerarán esta puerta con la hidalguía de sus recios corazones.
                                                                               . . . .

Un ruido extraño me trajo a la realidad. El guerrero y la dama habían desaparecido. La hornacina, desconchada, vacila, y sin candileja era el simbolismo de un mudo reproche. Cables y tenderete eléctrico imponían la nota antiestética de un monstruoso anacronismo. La puerta maltrecha, yacía abierta, y en un rincón, una forma humana adoptaba una posición indicadora de los sucios menesteres que efectuaba.

Renuncié a mi paseo, viré en redondo, y aceleré el paso.

Una copla rasgó el aire: » Cosas hay que al parecer suelen parecer no siendo.»
                                                                               . . . .

¡Y otras que están sucediendo no debieran suceder!



JOSÉ Mª R-RADILLO

El Mañana
Teruel, 9 de febrero de 1931



aun2017


miércoles, 10 de mayo de 2017

Un rato entre locos


UN RATO ENTRE LOCOS
-Reportajes de El Mañana-

El Mañana
Teruel, 2 de marzo de 1931
Texto: José Valencia Royo

aun2017


viernes, 5 de mayo de 2017

Alcalá de la Selva (Teruel)


ALCALÁ DE LA SELVA

Localidad turolense situada en la Sierra de Gúdar y bañada por el río Alcalá. Se halla al final de una fértil vega, sobre una ladera rocosa, mostrando su caserío ordenado en terrazas escalonadas bajo un castillo roquero. Aparte de contar en su interior con magníficos ejemplos de su pasado monumental, lo más destacable es su imagen externa con su graderío de casas solariegas colgadas sobre el valle, constituyendo así uno de los más bellos conjuntos urbanos de la sierra y de toda la provincia. A un km. de la población se encuentra el Santuario de la Virgen de la Vega, alrededor del cual se han instalado un buen número de los servicios hosteleros de la localidad y algunas urbanizaciones de segunda residencia. Alcalá, además de ser centro vacacional de primer orden, es punto de acogida de numerosos turistas y deportistas que visitan las cercanas instalaciones de la Estación de Esquí de Valdelinares.

REDAragon-Heraldo

aun2017


miércoles, 3 de mayo de 2017

La Fierecilla Domada




LA FIERECILLA DOMADA
-Prosa de Aragón-

La Hormiga de Oro
Barcelona, 1 de febrero de 1934
Texto: Fernando López y López

aun2017


Catedral de Santa María, Teruel









La Catedral de Teruel


La Hormiga de Oro
Barcelona, 10 de septiembre de 1931
Texto y fotografías: Carlos Sarthou Carreres
Foto postales: H de O, 1931


aun2017



lunes, 1 de mayo de 2017

Iglesia de San Martín, Valjunquera





Iglesia de San Martín, Valjunquera (Teruel)

  
Es una iglesia de estructura jesuítica, con una profusa decoración característica del barroco tardío.

Tiene tres naves de tres tramos de igual altura. La nave central y los brazos de la nave crucero se cubren con bóveda de medio cañón y lunetos; las laterales se cubren con arista, al igual que el crucero. En modelo jesuítico conlleva que los brazos del crucero, la nave central y la cabecera  sean de la misma altura. El crucero tiene cúpula sobre pechinas, de planta octagonal y remada por una linterna. Tiene dos pequeñas capillas de menor altura, situadas a ambos lados del presbiterio, cubiertas con cúpula. En los pies tiene coro elevado, sustentado por esbeltas columnas. La zona del sotocoro presenta cubierta adintelada.

Las yeserías son de buena factura. Destacan las pechinas de la cúpula, decoradas con pinturas de los evangelistas con sus respectivos símbolos. En los arcos que dan acceso a las capillas laterales hay decoración con motivos vegetales y figurativos. También se pueden apreciar estas yeserías en los remates de las columnas que se perfilan con cornisas y capiteles con decoraciones genuinamente barrocas.

En el exterior destacan la torre y la portada-retablo. La torre se sitúa a los pies en el lado de la Epístola, consta de tres cuerpos y es de cantería. El primer cuerpo forma parte de la fachada y está decorado con dos esbeltas pilastras adosadas con capiteles decorados. El segundo cuerpo, que es el de campanas, es de planta cuadrada con ángulos achaflanados de forma cóncava. El último cuerpo, de reducidas dimensiones, tiene forma octogonal. Sobre él se encuentra el chapitel de forma bulbosa.

En la fachada principal está la portada-retablo, ensamblada con columnas salomónicas y vigorosos capiteles en el primer y segundo cuerpo, cobijada bajo un gran arco de medio punto. En la zona central del primer cuerpo se abre el vano de acceso al templo, definido por un arco de medio punto con una rica decoración. En los laterales hay dos estrechas calles en las que se encuentran dos peanas y la huella de haber existido en su origen imágenes, franqueadas por dos estípites y dos columnas salomónicas. El cuerpo superior tiene la misma composición: calle central donde se encuentra una hornacina con una imagen del titular, San Miguel, a la cual le falta un brazo; las dos calles laterales franqueadas por dos estípites y otras dos columnas salomónicas de menores proporciones.

La construcción es de mampostería y cantería.
  

Texto: SIPCA
Foto postal sepia, años 1980


aun2017