jueves, 10 de julio de 2014

La Montaña Escrita de Peñalba. Villastar (Teruel)






Montaña Escrita de Peñalba, Villastar


Descripción de la montaña

Antes de entrar en detalladas descripciones creo conveniente dar una ligera idea de la formación geológica del monte.

Pertenecen a la grandiosa época terciaria en su desarrollo miocénico, siempre tan interesante.

Aquellas exuberantes, esplendidas e inimitables fauna y vegetación miocénicas, se manifestaron en todas sus maravillas cuando los relieves definitivos de los grandes montes y hasta los Pirineos, aunque la montaña que voy a describir quedase aún sumergida en el lado miocénico que inundó este país, de lo cual quedan las evidencias en sus capas superiores, ya de régimen o formación lacustre, como la célebre de Concud, que corresponde a la misma región, y es tan universalmente conocida por sus numerosas fosilizaciones de los animales de tal época, elefantes, mastodontes, etc., etc., como en el inmediato pueblo de Libros, entre sus fosilizaciones la singularidad única de que los moluscos, tales que las Paludinas y Planorbis se convirtiesen en azufre; y si traigo al recuerdo muchos de estos datos, es por la relación que pudiera hallarse con las singularidades gráficas, que describiré, del monte que me voy a ocupar.

Llamaré este país “La cantera de Peñalba” porque en sus inferiores camales de caliza, aun soterrados, extraen de antiguo y aún en el día, sillarejos de piedra, tan fácil a la labra como segura para las construcciones.

En la provincia de Teruel se sostuvieron extraordinario número de pueblos independientes y en la parte que describo, además de la que le correspondía de Lobetanos y Idetanos, aún encerraba en su seno tribus tan diferentes como los Veliones, los Lusones, los Turboletas, y no sería extraño que comenzaran en ella según Avieno, los más antiguos que ningunos otros agrestes, Bebrices y Beribraces.

Y llegando ya a detalles la situación y el monte mismo diré:

La cantera de Peñalba radica en el término municipal de Villastar, lindando ya con el de Villel, y dista tan solo de la capital de la provincia ocho kilómetros, y cuatro de la cantera.

Para ir a verla seguiremos el cauce del río Turia engrosado por el Alfambra, y no abandonando la carretera que parte de Teruel para Cuenca y que bordeando la margen derecha del río, lograremos antes llegar al kilómetro doce de la misma dar con la falda del monte Peñalba cuya cima esta coronada por la cantera, de nívea blancura y de proporciones gigantescas; y debido a estas circunstancias se la denomina con tal nombre.

Cabe creer, si sería un sitio religioso y a la vez militar; pruébalo lo primero las enigmáticas manifestaciones grabadas sobre los muros de generaciones de pueblos distintos y lo segundo la posición y emplazamiento del monte; en lo más alto del monte no bajará de 940 metros su nivel sobre el mar y de unos 848 en el cauce del Turia en el célebre estrecho de Villel, puerta infranqueable a cualquier pueblo invasor que desembarcando en las costas del Mediterráneo intentara internarse remontando las corrientes del Turia, lo que fuera imposible con muy poca gente contraria que sentara sus reales en el monte Peñalba, sus vistas panorámicas no pueden ser más deliciosas y cuenta con sorprendentes defensas naturales, formadas de un muro de rocas gigantescas, cortadas bruscamente y en zig-zag siempre, se extienden de Norte a Mediodía abarcando un perímetro de más de tres kilómetros, para finalizar por el Occidente sepultándose bajo tierra. Dicho muro cuenta en su recinto con una dilatada planicie en la que se cosechan cereales y frutos de vid, con dos atalayas en el centro, semejantes a dos grandes túmulos, obra todo de la naturaleza.

El banco rocoso por el Norte y Mediodía presenta un acantilado de veinte y más metros de altura que hace imposible un golpe audaz. En este acantilado hallase las innumerables inscripciones, multitud de figuras humanas y de animales y simbolismos que describiré.

Como gran medio de expresión utilizaron el grabado, ya trazado con mano tímida y poco enérgica, ya vigorosa y ya por último, suave, dejando sin embargo, los rasgos bien definidos sobre la piedra caliza, sumamente blanda que basta un sencillo buril o sílice para labrar sobre ella cual si fuera materia cerosa. Hay que convenir que dicha cualidad unida a la extrema blancura de la caliza puesta a la luz por el instrumento punzante, contribuyeron en alto grado a avivar la imaginación de nuestros ascendientes y a interpretar gráficamente el modo de sentir de los mismos, tan poco dados a ellos, a juzgar por lo muy poco que se les encuentra hasta el presente. No se entretenían en preparar o pulimentar la parte destinada de antemano, ni el sitio, sin embargo, por regla general, se preocupaban de que los grabados pudieran estar bajo cubierto aunque tan solo fuera bajo la sombra del saliente de otra peña superior.

Hoy día vemos los grabados a alturas distintas, según el sitio del peñón, a veces no llegamos apenas a distinguirlos, tan elevados están, otros los contemplamos a flor del suelo y debajo de él también los desenterramos. Para mí no es otra cosa que las aguas han arrastrado o aumentado tierra sobre los pavimentos antiguos y llego a convencerme de que parte del monumento epigráfico está enterrado, fuera de la vista del visitante, por las razones antes indicadas. Se comprende perfectamente, los grabados partían del suelo hasta donde alcanzaba el hombre, y como el nivel del piso ahora no es el mismo, muchos seguro han desaparecido.

Voy a entrar de lleno ya, con estos antecedentes a bosquejar rápidamente algunos de los grabados con un orden sucesivo, partiendo de la parte más cercana a Villel, o sea del Noroeste.

En una no profunda curva de unos tres metros de expresión se ven varios grabados de figuras geométricas y de estilizaciones humanas. Los grabados aparecen indistintamente, ya en las paredes, ya en el techo.

Se me objetará muy probablemente que tales muestras obedecen al capricho de un pastor o de un desocupado; no las tengo por tales, pues he llegado a abrigar la convicción que obedecen a fines aún desconocidos para nosotros.

Una vez que hayamos dado la vuelta a este lado de la cantera nos encontraremos en primer lugar a altura mayor que la del hombre, una figura humana, ídolo tal vez tallada sobre la misma roca.

No guarda relación la cabeza al resto del cuerpo, de tal modo medí este como aquella. Unas meras líneas rectas marcan los ojos, la nariz y la boca, y otras tantas para las extremidades; los brazos, en cruz parten desde la mitad de la cabeza y se grabaron sobre una superficie pulimentada ad hoc. Mide la cabeza diez centímetros y es de relieve, mientras el resto del cuerpo es solamente grabado.

Para ambos lados del ídolo parte una inscripción con caracteres de veinte centímetros de altura, y los hay mayores.

No debo olvidar unas oquedades hechas por el hombre a mano derecha e izquierda del relieve, sin duda alguna para poder trepar por ellos hasta que pudieran posar la cabeza del ser viviente sobre la del ídolo.

Andados unos cuantos pasos del lugar anterior en la evolución que forman las rocas empiezan a desarrollarse ya con más amplitud las composiciones, sobre todas geométricas, alternando con alguna que otra figura humana, de animales e inscripciones.

Una inscripción ocupa el sitio más elevado de la composición; luego, debajo sin fin de figuras geométricas.

Se suceden poco a poco más y más figuras de animales, predominando las aves, y de estas los gallos, en actitudes erguidas, colocados de frente como si fueran a reñir. Al lado derecho, y ya en alto un ciervo corre y otro pequeño le sigue y muy cerca un verraco levanta la cabeza. Pero no solo las composiciones de trazos geométricos obtenidos a línea simple admiramos en este lugar, sino que también abundan ya las de cazoleta o de escritura hemisférica u ógmica, en forma de cruces de un solo brazo o de varios, o en la de círculos etc., etc.

A poca distancia se halla la inscripción, y aún más abajo dos ciervos en vertiginosa carrera, seguidos también de otros dos cervatos pequeños, y varios no  menos  interesantes  grabados.  Pero  antes  puede  verse  otra  inscripción.

A continuación de las dos anteriores a esta, en medio de varias figuras más, varios ibéricos caracteres.

Se ve después en el abrigo de unas rocas la estilización de una figura humana que le acometen dos fieras; de las que se defiende con un arco, y entre las líneas que sirven para interpretar el asunto una composición epigráfica.

Alejándonos unos veinte metros, dos inscripciones llaman altamente la atención; la primera consta de cuatro letras, la segunda cuenta cinco líneas con caracteres latinos arcaicos; les acompañan varias combinaciones geométricas.

Lo que le sucede después en el hueco o rehundido de una peña un cuadro de miles de líneas; de las que definitivamente puede formarse idea cabal de su significado, tal es el número y su confusión.

Siguen dos inscripciones con varias cruces de cazoletas en un rincón de unas peñas; una de las inscripciones colocada está en lo más alto a mano izquierda; tiene al finalizar la lectura un dibujo como si fuera un ave, y debajo una cruz distinta de las de su alrededor, pues así como las otras son de cazoletas y de varios brazos, ésta es de línea y de cuatro brazos iguales, terminados con otras tantas cazoletas; la inscripción compañera hallase en el centro rodeada de cruces.

Ibérica inscripción, ciervos diminutos y figuras geométricas siguen.

Me extrañaba altamente que no apareciera un caballo grabado, siendo así que aquellas tribus lo empleaban como motivo ornamental y simbólico en casi todas sus monedas, en estelas, pondus, etc., etc.; no tardé en convencerme de su existencia en las rocas de Peñalba, aunque no en número de consideración. Distinguese, por sus trazos característicos, profundos y salientes, el que tengo la satisfacción de presentar. Composiciones ógmicas no escasean y geométricas también y sobre el caballo vese un cuadrilátero con las diagonales en su interior; siguiendo la línea horizontal del caballo, a mano izquierda, dentro de un círculo, se ha representado un animal corriendo y por encima de ambas figuras extiendese una inscripción.



      
Ya por último, sin abandonar el pie de la cantera, a un lugar en el que hace poco se ha levantado un mísero corral para encerrar ganado de lana; cubren el edificio unos sencillos maderos, apoyados en modernas paredes, y sobre la peña en unos agujeros abiertos en ella, recubriendo los palos un tupido velo de ramaje. Es el sitio más interesante para el estudio de la cantera por muchas y poderosas razones. Junto a la puerta de la cabaña distinguese perfectamente, entre los borrosos dibujos rellenos de barro por el arrastre de las aguas, cuya limpieza es indispensable, dos inscripciones; la 1ª está alta, la 2ª no tanto, junto a una ave acuática, y al ídolo de dos cabezas.

Del interior citaré los dibujos más culminantes; figura de un cervatillo; ídem. de un perro o conejo corriendo; ídem. De un caballo o jirafa; ídem. Humanas con los brazos en cruz, vestidos con sayal; inscripción; ídem. Sobre la que precede, a la izquierda de una figura con los brazos levantados, al parecer mujer; muchas más inscripciones que no he copiado todavía, aún más elevadas; inscripción, junto a un ídolo, a una escalera de palos etc., etc.

A partir de este monumento, escasean las figuras geométricas, faltan las humanas, pero se multiplican las inscripciones donde sorprende una inscripción de siete líneas sobre un cuervo corriendo, junto al nivel del suelo; con grabados geométricos, inscripciones y dibujo de una ave rara del mismo estilo que las anteriores por el gran vuelo de su forma y cola, otra que tan solo tienen tres inscripciones sin dibujo alguno; otra es de grabado fuerte, hondo y bien conservado, a pesar de estar expuesta a pesar de estar expuesta a las inclemencias del tiempo, descubierta en una esquina de una roca; inmediatamente la cantera presenta una cuevecilla, y en ella, sobre superficie pulimentada, en una de las delgadas cintas de la caliza; ésta última llama la atención por lo bien conservada que está, por lo diminuto de sus rasgos y finamente grabados.

Varias inscripciones. Los caracteres de las tres primeras líneas son mucho mayores que los de las inferiores.

Distinguirse algunos signos más al lado de las inscripciones. Una inscripción solamente que consta de cuatro líneas.

Varias inscripciones, forman una pequeña cueva las peñas, y en ella se ve un saliente una faja inscrita de un metro cincuenta de largo.

Dos inscripciones y algún dibujo de cervatillo y geométrico.

Existe otra pequeña cueva; fuera de ella aparece un grabado que representa un arco con su flecha y curiosos dibujos; en el interior un grabado de un verraco, con inscripciones más; la última tiene un caballo grabado debajo.

Inscripción en la bóveda de un pequeño abrigo y grabado en la pared vertical del fondo.

Creo no daría por terminada nunca mi misión de relatar cuanto en la cantera se grabó si me propusiera a hacerlo, y tan solo he indicado lo que a mi poco entender creía útil; otros más sabios sabrán continuar mi tarea con más fidelidad y acierto.

Véase mis apreciaciones y juicios que sobre dicho monte me he aventurado a lanzar en el Boletín de la Real Academia de la Historia, impresionado por la vista de tales manifestaciones inscritas en una sola época por hombres de razas, naciones y lenguas diferentes congregados, sin duda por una acción común política, guerrera o religiosa y que creía no sería un desacierto pensar que se repitiesen los sentimientos o los elogios, o las conmemoraciones o las ofrendas, o los nombres o las batallas o los Dioses en sus letreros.



Catálogo Artístico-monumental de la provincia de Teruel 
Tomo I, Lámina 82ª
Por Juan Cabré y Aguiló, 1909-1010
Instituto del Patrimonio Cultural de España-CSIC 
(Biblioteca Tomás Navarro Tomás)

Transcripción: Alfonso Utrillas Navarrete, 2014




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