viernes, 11 de julio de 2014

Fuerte Ibérico en el cerro de San Antonio de Calaceite (Teruel)





Monte de San Cristóbal (Calaceite) 
en el que se encuentra a mano izquierda 
el cerro de San Antonio en el que se emplazó un fuerte ibérico


La lengua de tierra que limitan los ríos Algás y Matarraña fuera del terreno riscoso de los puertos de Beceite así llamados, no tiene alturas de mayor relieve y nombre que la montaña de San Cristóbal, muy próxima a Calaceite.

La montaña de San Cristóbal es más bien una corta sierra de tres dientes. Quizá algún día formó el cuarto ese altozano rojizo por cuyos costados trepa la villa de Calaceite hasta unirlo casi por completo.

Puch se llamó la sierra en tiempos pasados; y todavía se denomina Cap del Puch que es decir extremo o fin a la estribación meridional de su parte más lejana de la villa esto es del cabezo de S. Antonio. Las cuatro cumbres ofrecen datos estimables a la historia de la villa. En el primero asentó el castillo la orden de Calatraba. En la segunda se erigió siniestro otro atributo de esa soberanía la temida horca siempre a la vista del pueblo. La tercera tenía en 1340 devota ermita de San Cristóbal.

Es casi seguro que todas esas obras se hicieron sobre el polvo de antiquísimas residencias humanas. Si pudiera dudarse de les Ferreres y no tanto de San Cristóbal por la ausencia de señales y demostrarlo en el Castillo los residuos de cerámica que corren a flor de tierra como último testimonio de la calidad prehistórica del paraje y de manera raramente esplendida lo propagan los crecientes partos repartidos, del cabezo de San Antonio al conjuro de una voluntad decidida a esclarecer los secretos de aquel suelo.

En torno al monte de San Antonio cual fuese un satélite moran otras estaciones arqueológicas de no tanto monta. Las conocemos con los nombres de Tosal Redó, Val de la Cabrera, Balsa del Coixet, Castellans, Valleta de la Font, Misericordia, Ferreres, Camino de Santa Ana, Les Umbries, Más de Madalenes, Roca Caballera, Piuró (Mazaleón), otro Puch (Caseres), más humildes es verdad pero por lo mismo más desconocidas y menos exploradas.

Descripción del Yacimiento:

Con lo anterior se ha reseñado la situación topográfica de nuestra cordillera del Puch con relación a los dos ríos y en el centro las diversas estaciones examinadas hasta hoy día. Así, pues como el monte de San Antonio es preponderante en altura y céntrico en su importancia arqueológica y lo dará entender además, primero, la mayor abundancia que ofrece de objetos, y segundo, el hecho de tenerse en cuenta de que el cabezo que decimos de San Antonio se divisa rigurosamente de todas las demás estaciones, siendo ocioso buscar rastros de tamaña antigüedad en las hondonadas y repliegues del terreno privados de la vista de esta cumbre. ¿Por qué la prefirieron aquellas sociedades a la cumbre llamada de San Cristóbal estando ésta cercana y siendo más elevada? Si se indaga en la causa de esta preferencia, pronto se ve que la primera meseta está coronada de un banco de roca cortado naturalmente que le sirve de muralla; solo en la parte que comunica con el resto de la sierra tuvo que intervenir la mano del hombre, según atestiguan diversos indicios total un trecho de de unos 60 metros, en todo lo demás poco hubo que añadir a la cortadura natural del peñasco para que sirviera de muralla y cierre del recinto arqueológico. Antes de reconocer uno a uno los departamentos o antiguos edificios escavados en el costado occidental del monte, diré dos palabras sobre algunas circunstancias que son comunes a todos ellos. Primeramente observamos que fue utilizada de base para edificar la superficie natural de la roca rebajada a veces para nivelar el interior de algunos departamentos o para darles más profundidad imitando aljibes en los que las escaleras que comunican con los pisos superiores están talladas sobre la misma roca, utilizando instrumentos de corte ancho. Lo propio se nota en los sillares algo trabajados que sirvieron para hacer pared y por esto no falta quien ha creído que aquí se trabajó con el hacha de la época de la piedra pulimentada.

Puede asegurarse que toda la tierra que hoy se ve sobre la roca ha sido transportada de otro sitio y superpuesta artificialmente.

Los edificios no eran aislados, tenían paredes medianiles, la muralla formaba parte de ellos sin corredor o callejón intermedio y constaban de planta baja o sótano siempre de nivel más bajo que el de la calle y un piso al nivel de la misma, es decir, de dos estancias que llamaremos superior, aunque cada una se subdividía a veces en varias piezas. En general, como se verá la capacidad de estos edificios era reducida.

Los cimientos o mejor dicho las paredes hasta el piso superior son de mampostería usando para la trabazón de las piedras el barro, luego se sustituye por recios adobes de unos 30 centímetros de largo por 10 de ancho en los que vemos en las caras más anchas dos profundas diagonales hechas sobre el material blando con los dedos para rellenarlas con barro al construir el muro. La bóveda del primer piso, se componía de maderos, unos junto a los otros y cubiertos en la parte superior de una recia capa de argamasa y barro y por último cubrían las viviendas con maderas y ramaje y rellenado todo de tierra amasada con paja. Se revestían interiormente las paredes de cal y pintabanse al fresco, ya de azul, rojo o blanco.

Haré la descripción de esta estación por el orden que he guardado en las excavaciones marchando de derecha a izquierda y de abajo arriba, partiendo del punto donde el banco de roca quedó desnudo de hace mucho tiempo aunque presenta aún huellas de las edificaciones que soportó. En esta roca desnuda vese la superficie enrojecida por cremaciones antiguas y no faltan residuos de escaleras variadas en la masa. Lo más digno de mención es que en ella se ven restos de inscripción ógmica más o menos conservados.

Departamento 1º  Aquí se ha conservado ya sobre el borde del peñasco sobre el cual se levantaba la muralla resto de ella, que a la vez forma parte del edificio. Consiste en una pared de piedra arenisca de 0’80 metros de espesor sin material blando de ninguna clase. Abriendo brecha en este muro pudo excavarse un departamento cuya estancia inferior tiene comunicación con la superior mediante una escalera de doce peldaños; la puerta que da acceso a la segunda es de 1’10 metros de anchura y se encuentra a mano izquierda. Parte del suelo de la segunda habitación es de losas que siendo irregulares, ajustan perfectamente y parte, natural de la roca. Junto a la cabecera de la escalera, en un surco de unos 0’20 x 0’40, revestido de barro, fue hallado un plato de confección delicada pintado con líneas horizontales de rojo oscuro, otro de factura más tosca cocido al aire libre en forma de cubeta fotográfica con ranuras en los bordes y por fin una especie de envasador hecho a torno. La escalera es de mampostería común; en su pie había dos rellanos de adobes y una banqueta del mismo material corría al pie de las cuatro paredes del que llamamos sótano, ejecutada con esmero, revestida y pintada de blanco, viéndose en ella una serie de hoyos hemisféricos para dar asiento a las urnas cinerarias

Estas urnas, en general de 0’71 x 0’48 metros presentan muy estrecha base, pero se ensanchan con rapidez hasta llegar a adquirir su desarrollo máximo en el primer tercio de la altura; así se ha conseguido para la parte inferior del vaso la convexidad adecuada para descansar bien sobre el hoyo del barro sin peligro de perder el centro de gravedad; luego disminuyendo lentamente hasta que, cerca del cuello, el cierre hasta la boca es más rápido. Tienen dos asas dobles o hundidas. Por lo general son sencillas; algunas aparecen ornamentadas y aunque el adorno es muy variado predominan los motivos geométricos. Contienen cenizas, carbones y fragmentos de huesos carbonizados. Se cubrían con tapaderas de barro labradas burdamente con una pequeña cresta en el centro.

Poco más o menos de la mitad de la cámara se encontró una pilastra de mampostería de 1,20 metros de altura a la cual le atribuyo el destino de ara: es de silueta rectangular, revestida de barro y pintada de blanco. Contenía tres vasos ¿Sagrados? de estilo Campaniano muy delicados pintados y barnizados de negro. También el ara aparece circuida de banqueta con diez urnas, que, sumadas a las anteriores, dan el número de cuarenta en este departamento.

Entre la banqueta del ara y las paredes había estrechos pasadizos atestados de vasos, platos, embudos, cubetas ya redondas ya rectangulares toscamente hechas de cuyo interior pude extraer restos de pequeños animales. No faltaban los pondus y fusayolas así llamados, tal vez con equivocación, como así mismo objetos de hierro, piedras de afilar, adobes en abundancia y por fin grandes moles de argamasa, procedentes sin duda de la bóveda y que en su caída habían aplastado los muebles de la planta baja.

Mide la planta de esta habitación, en forma de ataúd; 3’90 metros de anchura en los pies, 4’75 en la cabeza, 6’20 longitud.

Departamento 2º  Una escalera de proporciones y situación iguales al anterior edificio pone en comunicación las dos estancias. En la superior recubría el pavimento de roca una capa negruzca de tierra, piedras y adobes de la cual fue extraído un vaso pequeño muy notable por su factura esbelto, rojo mate y del interior una urna igual a las descritas, salieron unas lanzas, dos espadas flamígeras y otra más corta, incompletas todas ellas. Por último; unas astas de ciervo carbonizadas. No está del todo excavado este departamento, y mide 5’00 x 5’00 metros.

La estancia baja presenta la variante de que el ara no está en el centro, sino en el lado derecho. Es cuadrada y de adobes, de unos 0’40 metros de alta y completamente aislada. Encima viose un adobe de 0´20 x 0’40 esmeradamente estucado y pintado de azul y en el pie había una lanza de hierro. Solo contenía un vaso como el primero de los hallados sobre el ara del departamento primero y un pequeño pondus profundamente grabado en todas sus caras. Al pie del ara una pequeña grada.

En el centro de esta estancia encuéntrese también la banqueta; pero es de argamasa, no de adobes, y tan ancha, que contiene tres series o líneas de urnas, cuyo número, contadas las de las banquetas laterales, también es de cuarenta. Aquí hallé por primera y única vez un fragmento de urna con pintura de animal más por desgracia no pude dar con los demás fragmentos. Ofrece la misma variedad y profusión de objetos que en la cámara anterior y como aquellos, han sufrido el peso de la bóveda desplomada con sus argamasas y piedras; hasta un notable trozo de muro de adobes bien conservado aún en pie venido de la estancia superior.

   Departamento 3º  Las dimensiones de la cámara baja no pasan de 4’10 x 2’90 metros, ni guarda el mismo nivel del departamento segundo; pues no les bastó a los constructores con el que les ofrecía la roca, si no que profundizaron hasta unos dos metros profundamente, hasta unos dos metros profundamente. Aunque no pude distinguir el ara, observé la particularidad de ver sus vasos más finos y ornamentados y la ausencia casi completa de cerámica cocida al aire libre. Con más profusión hallé los metales, cobre y hierro, en varios objetos deformes, apreciándose bien algunas lanzas y rejas de arado. Los vasos sagrados no guardaron quizá la forma de los anteriores, solo apareció uno de copa ancha base y nudo pequeño negro y con líneas encarnadas (griego).

Para excavar la estancia superior tuve que deshacer un fuerte conglomerado de cal, piedra, arena y adobes, rico por cierto en pondus amasados y restos de vasos pintados que cegaban la escalera y la puerta. Cinco peldaños labrados pronunciadamente en la roca formaban la escalera; y resulta contraste entre el trabajo puesto para profundizar el sótano y el abandono de la estancia alta, en la parte asentada sobre el monte, pues ni siquiera cuidaron de nivelar el suelo, muy desigual.

Los abundantes pondus aparecen completamente lisos menos tres, tiene uno las diagonales incisas en su cara más estrecha, forma no común, y otro notabilísimo presenta en una cara la famosa cruz llamada esvástica y en el reverso una multitud de líneas trazando acaso la figura de un ídolo que tiene por cabeza varios ángulos. Apareció roto en diez fragmentos.

La estancia superior no dio más que una tosca vasija y dos mandíbulas de carnero.

Departamento 4º  En este de 4’10 x 4’60 m., han intervenido manos profanas, barajando y destrozando el contenido antes de ser examinado. Aún pude recoger tres objetos útiles entre ellos un vaso muy ornamentado; tiene en el fondo una estrella orlada de círculos y de estilizaciones de cabezas de caballo. Entre la multitud de adobes removidos hay algunos con una cara completamente lisa y a la vez pintada de azul o rojo, amarillo o blanco. Uno de los azules conserva grabada con delicadísima incisión parte de la inscripción ibérica (citada la misma).

Escaleras de comunicación de la planta baja con la superior en el lado izquierdo, luego arranca un callejón o pasadizo de 1’10 m., de ancho con dos puertas que comunican a dos estancias.

Departamento 5º  El más rico en restos arquitectónicos así como en cantidad de objetos.
Presenta la novedad de ser tres en realidad sus estancias conocidas pues tiene una intermedia separada de la inferior por dos peldaños. Es más; a mano izquierda, y junto a la pared exterior o muralla, una puerta de 1’10 m. da entrada a un pasadizo de 4 x 2’50; la intermedia tiene 8’50 x 2,50, la inferior 4 x 5’50. En esta solo encontré tres objetos como pequeños platos (¿lucernas?) que tienen a su lado unos pequeños salientes taladrados. Apareció a la vez un molinillo de granito, cóncavo, con un orificio en su centro y dos muñones laterales para su manejo.

Al lado de la puerta del pasadizo aparecen, no en el suelo, sino en la tierra superpuesta, ladrillos-pondus en gran cantidad, generalmente sencillos, pero rotos todos con rada uniformidad por una esquina, y en el inferior del callejón crecido número de objetos, sobre todo de los que hemos convenido llamar pondus y fusayolas mientras no conozcamos su verdadero destino.

La escalera continuaba desde la pieza intermedia a la a la superior, ambas pobres de objetos. La superior dividía en dos mitades comunicadas entre sí por una pequeña puerta en su parte más alta, y tenía a mano izquierda un callejón que daba paso hasta la calle.

Departamento 6º  En primer lugar se encuentra una pequeña estancia de cortas dimensiones sin objeto alguno; una pared medianil de mampostería sirve de divisoria a una segunda cámara la propiamente mortuoria; contenía interesantes urnas cinerarias pintadas, del todo rotas y hermosa colección de pondus orlados todos ellos en la cara superior y uno solo por el anverso y lados; y un canto rodado trabajado destinado sin duda a servir de peso con cuatro caracteres ibéricos dos tramos de escaleras servían para comunicar dicho departamento con el inmediato y este con la calle por el lado derecho.

Departamento 7º  En este que medía 3’00 x 3’00 m. recogí tres o cuatro vasos, un plato sagrado t restos de una urna, esto en la parte superior; en la pieza alta apareció el estilete perfectamente decorado.

Departamento 8º  Curioso como el 5º, pero difiere bastante de este en cuanto a la forma. La parte inferior estaba dividida en porciones desiguales; la de la derecha, de 3 metros; la de la izquierda, de 4,80 x 6. Encontrose gran cantidad de pondus, todos adornados y restos de urna muy artística que no se pudo completar. Las fusayolas, escasas.

Pasando de la sección inferior a la intermedia, esta curiosa estancia nos ofrece unos treinta ladrillos mayores que los vistos hasta ahora cocidos al sol, en buen estado, y allí cerca otros, un centenar quizá, algo más pequeños, pero todos ornamentados en su plano superior, predominando la marca en forma de cuña, y casi todos rotos por la mitad.

En el departamento paralelo a este solo había una piedra grande que servía de piedra de moler cereales y a mano derecha tenía un callejón de salida de 4’50 x 1’10 m. con trece escalones, cuyo callejón conduce al exterior.

Departamento 9º  Es este el más irregular. Otra vez observamos en él la banqueta de argamasa, pero sin urnas, y la ceniza depositada directamente en los hoyos. Produce gran número de cubetas, todas rectangulares, menos una de forma redondeada, un plato muy artístico con estilizaciones de caballos y una fíbula de cobre, varios pondus, muchos huesos carbonizados, un mortero de granito, fragmento de un vaso campaniano y otros objetos fragmentados y enteros en la sección superior.

Queda reseñada una manzana de viviendas o cámaras mortuorias a la vez.

He llegado a sospechar si fueron cuatro las manzanas o agrupaciones de edificios emplazadas en este monte; y la explorada no era la mayor, aunque si la mejor conservada.

Queda, pues, mucho por investigar y es sobre todo tentador el reducto de obra maestra que asoma junto al último departamento referido, al que me inclino a creer sería el templo; los aljibes y salón de asambleas etc., etc.



Catálogo Artístico-monumental de la provincia de Teruel
Tomo I, Lámina 57ª
Por Juan Cabré y Aguiló, 1909-1010

Instituto del Patrimonio Cultural de España-CSIC 
(Biblioteca Tomás Navarro Tomás)


Transcripción: Alfonso Utrillas Navarrete, 2014


No hay comentarios:

Publicar un comentario