en el que
se encuentra a mano izquierda
el cerro de San Antonio en el que se emplazó un
fuerte ibérico
La lengua de
tierra que limitan los ríos Algás y Matarraña fuera del terreno riscoso de los
puertos de Beceite así llamados, no tiene alturas de mayor relieve y nombre que
la montaña de San Cristóbal, muy próxima a Calaceite.
La montaña de San Cristóbal es más bien una corta sierra de tres dientes. Quizá algún día formó el cuarto ese altozano rojizo por cuyos costados trepa la villa de Calaceite hasta unirlo casi por completo.
La montaña de San Cristóbal es más bien una corta sierra de tres dientes. Quizá algún día formó el cuarto ese altozano rojizo por cuyos costados trepa la villa de Calaceite hasta unirlo casi por completo.
Puch se llamó la sierra en tiempos pasados; y todavía se denomina
Cap del Puch que es decir extremo o fin a la estribación meridional de
su parte más lejana de la villa esto es del cabezo de S. Antonio. Las cuatro
cumbres ofrecen datos estimables a la historia de la villa. En el primero
asentó el castillo la orden de Calatraba. En la segunda se erigió siniestro otro
atributo de esa soberanía la temida horca siempre a la vista del pueblo. La
tercera tenía en 1340 devota ermita de San Cristóbal.
Es casi seguro que todas esas obras se hicieron sobre el polvo de antiquísimas residencias humanas. Si pudiera dudarse de les Ferreres y no tanto de San Cristóbal por la ausencia de señales y demostrarlo en el Castillo los residuos de cerámica que corren a flor de tierra como último testimonio de la calidad prehistórica del paraje y de manera raramente esplendida lo propagan los crecientes partos repartidos, del cabezo de San Antonio al conjuro de una voluntad decidida a esclarecer los secretos de aquel suelo.
En torno al monte de San Antonio cual fuese un satélite moran otras estaciones arqueológicas de no tanto monta. Las conocemos con los nombres de Tosal Redó, Val de la Cabrera, Balsa del Coixet, Castellans, Valleta de la Font, Misericordia, Ferreres, Camino de Santa Ana, Les Umbries, Más de Madalenes, Roca Caballera, Piuró (Mazaleón), otro Puch (Caseres), más humildes es verdad pero por lo mismo más desconocidas y menos exploradas.
Descripción del Yacimiento:
Es casi seguro que todas esas obras se hicieron sobre el polvo de antiquísimas residencias humanas. Si pudiera dudarse de les Ferreres y no tanto de San Cristóbal por la ausencia de señales y demostrarlo en el Castillo los residuos de cerámica que corren a flor de tierra como último testimonio de la calidad prehistórica del paraje y de manera raramente esplendida lo propagan los crecientes partos repartidos, del cabezo de San Antonio al conjuro de una voluntad decidida a esclarecer los secretos de aquel suelo.
En torno al monte de San Antonio cual fuese un satélite moran otras estaciones arqueológicas de no tanto monta. Las conocemos con los nombres de Tosal Redó, Val de la Cabrera, Balsa del Coixet, Castellans, Valleta de la Font, Misericordia, Ferreres, Camino de Santa Ana, Les Umbries, Más de Madalenes, Roca Caballera, Piuró (Mazaleón), otro Puch (Caseres), más humildes es verdad pero por lo mismo más desconocidas y menos exploradas.
Descripción del Yacimiento:
Con lo anterior
se ha reseñado la situación topográfica de nuestra cordillera del Puch
con relación a los dos ríos y en el centro las diversas estaciones examinadas
hasta hoy día. Así, pues como el monte de San Antonio es preponderante en altura
y céntrico en su importancia arqueológica y lo dará entender además, primero,
la mayor abundancia que ofrece de objetos, y segundo, el hecho de tenerse en
cuenta de que el cabezo que decimos de San Antonio se divisa rigurosamente de
todas las demás estaciones, siendo ocioso buscar rastros de tamaña antigüedad
en las hondonadas y repliegues del terreno privados de la vista de esta cumbre.
¿Por qué la prefirieron aquellas sociedades a la cumbre llamada de San Cristóbal
estando ésta cercana y siendo más elevada? Si se indaga en la causa de esta
preferencia, pronto se ve que la primera meseta está coronada de un banco de
roca cortado naturalmente que le sirve de muralla; solo en la parte que
comunica con el resto de la sierra tuvo que intervenir la mano del hombre,
según atestiguan diversos indicios total un trecho de de unos 60 metros, en
todo lo demás poco hubo que añadir a la cortadura natural del peñasco para que
sirviera de muralla y cierre del recinto arqueológico. Antes de reconocer uno a
uno los departamentos o antiguos edificios escavados en el costado occidental
del monte, diré dos palabras sobre algunas circunstancias que son comunes a
todos ellos. Primeramente observamos que fue utilizada de base para edificar la
superficie natural de la roca rebajada a veces para nivelar el interior de
algunos departamentos o para darles más profundidad imitando aljibes en los que
las escaleras que comunican con los pisos superiores están talladas sobre la
misma roca, utilizando instrumentos de corte ancho. Lo propio se nota en los
sillares algo trabajados que sirvieron para hacer pared y por esto no falta
quien ha creído que aquí se trabajó con el hacha de la época de la piedra
pulimentada.
Puede asegurarse que toda la tierra que hoy se ve sobre la roca ha sido
transportada de otro sitio y superpuesta artificialmente.
Los edificios no eran aislados, tenían paredes medianiles, la muralla
formaba parte de ellos sin corredor o callejón intermedio y constaban de planta
baja o sótano siempre de nivel más bajo que el de la calle y un piso al nivel
de la misma, es decir, de dos estancias que llamaremos superior, aunque cada
una se subdividía a veces en varias piezas. En general, como se verá la
capacidad de estos edificios era reducida.
Los cimientos o mejor dicho las paredes hasta el piso superior son de
mampostería usando para la trabazón de las piedras el barro, luego se sustituye
por recios adobes de unos 30 centímetros de largo por 10 de ancho en los que
vemos en las caras más anchas dos profundas diagonales hechas sobre el material
blando con los dedos para rellenarlas con barro al construir el muro. La bóveda
del primer piso, se componía de maderos, unos junto a los otros y cubiertos en
la parte superior de una recia capa de argamasa y barro y por último cubrían
las viviendas con maderas y ramaje y rellenado todo de tierra amasada con paja.
Se revestían interiormente las paredes de cal y pintabanse al fresco, ya de
azul, rojo o blanco.
Haré la descripción de esta estación por el orden que he guardado en las
excavaciones marchando de derecha a izquierda y de abajo arriba, partiendo del
punto donde el banco de roca quedó desnudo de hace mucho tiempo aunque presenta
aún huellas de las edificaciones que soportó. En esta roca desnuda vese la
superficie enrojecida por cremaciones antiguas y no faltan residuos de
escaleras variadas en la masa. Lo más digno de mención es que en ella se ven
restos de inscripción ógmica más o menos conservados.
Departamento 1º Aquí se ha
conservado ya sobre el borde del peñasco sobre el cual se levantaba la muralla
resto de ella, que a la vez forma parte del edificio. Consiste en una pared de
piedra arenisca de 0’80 metros de espesor sin material blando de ninguna clase.
Abriendo brecha en este muro pudo excavarse un departamento cuya estancia
inferior tiene comunicación con la superior mediante una escalera de doce
peldaños; la puerta que da acceso a la segunda es de 1’10 metros de anchura y
se encuentra a mano izquierda. Parte del suelo de la segunda habitación es de
losas que siendo irregulares, ajustan perfectamente y parte, natural de la
roca. Junto a la cabecera de la escalera, en un surco de unos 0’20 x 0’40,
revestido de barro, fue hallado un plato de confección delicada pintado con
líneas horizontales de rojo oscuro, otro de factura más tosca cocido al aire
libre en forma de cubeta fotográfica con ranuras en los bordes y por fin una
especie de envasador hecho a torno. La escalera es de mampostería común; en su
pie había dos rellanos de adobes y una banqueta del mismo material corría al
pie de las cuatro paredes del que llamamos sótano, ejecutada con esmero,
revestida y pintada de blanco, viéndose en ella una serie de hoyos hemisféricos
para dar asiento a las urnas cinerarias
Estas urnas, en general de 0’71 x 0’48 metros presentan muy estrecha
base, pero se ensanchan con rapidez hasta llegar a adquirir su desarrollo
máximo en el primer tercio de la altura; así se ha conseguido para la parte
inferior del vaso la convexidad adecuada para descansar bien sobre el hoyo del
barro sin peligro de perder el centro de gravedad; luego disminuyendo
lentamente hasta que, cerca del cuello, el cierre hasta la boca es más rápido.
Tienen dos asas dobles o hundidas. Por lo general son sencillas; algunas
aparecen ornamentadas y aunque el adorno es muy variado predominan los motivos
geométricos. Contienen cenizas, carbones y fragmentos de huesos carbonizados.
Se cubrían con tapaderas de barro labradas burdamente con una pequeña cresta en
el centro.
Poco más o menos de la mitad de la cámara se encontró una pilastra de
mampostería de 1,20 metros de altura a la cual le atribuyo el destino de ara:
es de silueta rectangular, revestida de barro y pintada de blanco. Contenía
tres vasos ¿Sagrados? de estilo Campaniano muy delicados pintados y
barnizados de negro. También el ara aparece circuida de banqueta con diez
urnas, que, sumadas a las anteriores, dan el número de cuarenta en este
departamento.
Entre la banqueta del ara y las paredes había estrechos pasadizos
atestados de vasos, platos, embudos, cubetas ya redondas ya rectangulares
toscamente hechas de cuyo interior pude extraer restos de pequeños animales. No
faltaban los pondus y fusayolas así llamados, tal vez con equivocación, como
así mismo objetos de hierro, piedras de afilar, adobes en abundancia y por fin
grandes moles de argamasa, procedentes sin duda de la bóveda y que en su caída
habían aplastado los muebles de la planta baja.
Mide la planta de esta habitación, en forma de ataúd; 3’90 metros de anchura
en los pies, 4’75 en la cabeza, 6’20 longitud.
Departamento 2º Una
escalera de proporciones y situación iguales al anterior edificio pone en
comunicación las dos estancias. En la superior recubría el pavimento de roca
una capa negruzca de tierra, piedras y adobes de la cual fue extraído un vaso
pequeño muy notable por su factura esbelto, rojo mate y del interior una urna
igual a las descritas, salieron unas lanzas, dos espadas flamígeras y otra más
corta, incompletas todas ellas. Por último; unas astas de ciervo carbonizadas.
No está del todo excavado este departamento, y mide 5’00 x 5’00 metros.
La estancia baja presenta la variante de que el ara no está en el
centro, sino en el lado derecho. Es cuadrada y de adobes, de unos 0’40 metros de
alta y completamente aislada. Encima viose un adobe de 0´20 x 0’40
esmeradamente estucado y pintado de azul y en el pie había una lanza de hierro.
Solo contenía un vaso como el primero de los hallados sobre el ara del departamento
primero y un pequeño pondus profundamente grabado en todas sus caras. Al pie
del ara una pequeña grada.
En el centro de esta estancia encuéntrese también la banqueta; pero es
de argamasa, no de adobes, y tan ancha, que contiene tres series o líneas de
urnas, cuyo número, contadas las de las banquetas laterales, también es de
cuarenta. Aquí hallé por primera y única vez un fragmento de urna con pintura
de animal más por desgracia no pude dar con los demás fragmentos. Ofrece la
misma variedad y profusión de objetos que en la cámara anterior y como
aquellos, han sufrido el peso de la bóveda desplomada con sus argamasas y
piedras; hasta un notable trozo de muro de adobes bien conservado aún en pie
venido de la estancia superior.
Departamento 3º Las
dimensiones de la cámara baja no pasan de 4’10 x 2’90 metros, ni guarda el mismo
nivel del departamento segundo; pues no les bastó a los constructores con el
que les ofrecía la roca, si no que profundizaron hasta unos dos metros
profundamente, hasta unos dos metros profundamente. Aunque no pude distinguir
el ara, observé la particularidad de ver sus vasos más finos y ornamentados y
la ausencia casi completa de cerámica cocida al aire libre. Con más profusión
hallé los metales, cobre y hierro, en varios objetos deformes, apreciándose
bien algunas lanzas y rejas de arado. Los vasos sagrados no guardaron quizá la
forma de los anteriores, solo apareció uno de copa ancha base y nudo pequeño
negro y con líneas encarnadas (griego).
Para excavar la estancia superior tuve que deshacer un fuerte
conglomerado de cal, piedra, arena y adobes, rico por cierto en pondus
amasados y restos de vasos pintados que cegaban la escalera y la puerta. Cinco
peldaños labrados pronunciadamente en la roca formaban la escalera; y resulta
contraste entre el trabajo puesto para profundizar el sótano y el abandono de
la estancia alta, en la parte asentada sobre el monte, pues ni siquiera
cuidaron de nivelar el suelo, muy desigual.
Los abundantes pondus aparecen completamente lisos menos tres, tiene uno
las diagonales incisas en su cara más estrecha, forma no común, y otro
notabilísimo presenta en una cara la famosa cruz llamada esvástica y en el
reverso una multitud de líneas trazando acaso la figura de un ídolo que tiene
por cabeza varios ángulos. Apareció roto en diez fragmentos.
La estancia superior no dio más que una tosca vasija y dos mandíbulas de
carnero.
Departamento 4º En este de
4’10 x 4’60 m., han intervenido manos profanas, barajando y destrozando el
contenido antes de ser examinado. Aún pude recoger tres objetos útiles entre
ellos un vaso muy ornamentado; tiene en el fondo una estrella orlada de
círculos y de estilizaciones de cabezas de caballo. Entre la multitud de adobes
removidos hay algunos con una cara completamente lisa y a la vez pintada de
azul o rojo, amarillo o blanco. Uno de los azules conserva grabada con
delicadísima incisión parte de la inscripción ibérica (citada la misma).
Escaleras de comunicación de la planta baja con la superior en el lado
izquierdo, luego arranca un callejón o pasadizo de 1’10 m., de ancho con dos
puertas que comunican a dos estancias.
Departamento 5º El más
rico en restos arquitectónicos así como en cantidad de objetos.
Presenta la novedad de ser tres en realidad sus estancias conocidas pues
tiene una intermedia separada de la inferior por dos peldaños. Es más; a mano
izquierda, y junto a la pared exterior o muralla, una puerta de 1’10 m. da
entrada a un pasadizo de 4 x 2’50; la intermedia tiene 8’50 x 2,50, la inferior
4 x 5’50. En esta solo encontré tres objetos como pequeños platos (¿lucernas?)
que tienen a su lado unos pequeños salientes taladrados. Apareció a la vez un
molinillo de granito, cóncavo, con un orificio en su centro y dos muñones
laterales para su manejo.
Al lado de la puerta del pasadizo aparecen, no en el suelo, sino en la
tierra superpuesta, ladrillos-pondus en gran cantidad, generalmente
sencillos, pero rotos todos con rada uniformidad por una esquina, y en el
inferior del callejón crecido número de objetos, sobre todo de los que hemos
convenido llamar pondus y fusayolas mientras no conozcamos su
verdadero destino.
La escalera continuaba desde la pieza intermedia a la a la superior,
ambas pobres de objetos. La superior dividía en dos mitades comunicadas entre sí
por una pequeña puerta en su parte más alta, y tenía a mano izquierda un
callejón que daba paso hasta la calle.
Departamento 6º En primer
lugar se encuentra una pequeña estancia de cortas dimensiones sin objeto
alguno; una pared medianil de mampostería sirve de divisoria a una segunda
cámara la propiamente mortuoria; contenía interesantes urnas cinerarias
pintadas, del todo rotas y hermosa colección de pondus orlados todos ellos en
la cara superior y uno solo por el anverso y lados; y un canto rodado trabajado
destinado sin duda a servir de peso con cuatro caracteres ibéricos dos tramos
de escaleras servían para comunicar dicho departamento con el inmediato y este
con la calle por el lado derecho.
Departamento 7º En este
que medía 3’00 x 3’00 m. recogí tres o cuatro vasos, un plato sagrado t restos
de una urna, esto en la parte superior; en la pieza alta apareció el estilete perfectamente
decorado.
Departamento 8º Curioso
como el 5º, pero difiere bastante de este en cuanto a la forma. La parte
inferior estaba dividida en porciones desiguales; la de la derecha, de 3
metros; la de la izquierda, de 4,80 x 6. Encontrose gran cantidad de pondus,
todos adornados y restos de urna muy artística que no se pudo completar. Las fusayolas,
escasas.
Pasando de la sección inferior a la intermedia, esta curiosa estancia
nos ofrece unos treinta ladrillos mayores que los vistos hasta ahora cocidos al
sol, en buen estado, y allí cerca otros, un centenar quizá, algo más pequeños,
pero todos ornamentados en su plano superior, predominando la marca en forma de
cuña, y casi todos rotos por la mitad.
En el departamento paralelo a este solo había una piedra grande que
servía de piedra de moler cereales y a mano derecha tenía un callejón de salida
de 4’50 x 1’10 m. con trece escalones, cuyo callejón conduce al exterior.
Departamento 9º Es este el
más irregular. Otra vez observamos en él la banqueta de argamasa, pero sin
urnas, y la ceniza depositada directamente en los hoyos. Produce gran número de
cubetas, todas rectangulares, menos una de forma redondeada, un plato muy
artístico con estilizaciones de caballos y una fíbula de cobre, varios pondus,
muchos huesos carbonizados, un mortero de granito, fragmento de un vaso
campaniano y otros objetos fragmentados y enteros en la sección superior.
Queda reseñada una manzana de viviendas o cámaras mortuorias a la vez.
He llegado a sospechar si fueron cuatro las manzanas o agrupaciones de edificios emplazadas en este monte; y la explorada no era la mayor, aunque si la mejor conservada.
He llegado a sospechar si fueron cuatro las manzanas o agrupaciones de edificios emplazadas en este monte; y la explorada no era la mayor, aunque si la mejor conservada.
Queda, pues, mucho por investigar y es sobre todo tentador el reducto de
obra maestra que asoma junto al último departamento referido, al que me inclino
a creer sería el templo; los aljibes y salón de asambleas etc., etc.
Catálogo Artístico-monumental de la provincia de Teruel
Tomo I, Lámina 57ª
Por Juan Cabré y Aguiló, 1909-1010
Instituto del Patrimonio Cultural de España-CSIC
(Biblioteca Tomás Navarro Tomás)
Transcripción: Alfonso Utrillas Navarrete, 2014
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