lunes, 16 de septiembre de 2019

Los Héroes del 4 de agosto de 1874

Monumento a los héroes de 3 de julio y de 4 de agosto de 1874,
en la plaza dedicada a éstos, hoy plaza de la Marquesa



EL MES DE AGOSTO



Grandes son los deseos que las fuerzas carlistas que manda el hermano del Pretendiente vienen mostrando por la posesión de Teruel; deseos que hasta el presente se han venido estrellando en la resolución de los habitantes de dicha capital, que en ataques repetidos han logrado el triunfo, sobre las huestes del carlismo. Después de las escenas de heroísmo que en el mes anterior presenciaron los muros de la ciudad  invicta, las fuerzas absolutistas se presentaron a la vista de la misma el día 3 del pasado mes, y el cabecilla: Lizarraga que las mandaba dirigió á su gobernador militar la siguiente intimación:

«Ejercitó real del Centro y Cataluña.—Estado mayor general.—S. A. R. el Sermo. señor infante D. Alfonso de Borbón y Austria, general en jefe del ejército real del Centró y Cataluña, me ordena dirigirme a usted para manifestarle que está resuelto a llevar las operaciones de embestida contra esa plaza hasta el extremo de rendirla; que cuenta con medios sobrados para llevar a cabo su objeto, y que espera de sus sentimientos humanitarios que no se empeñará en una defensa que no tendrá otro fin que derramar sangre inútilmente, y tal vez envolver en llamas a esa histórica ciudad.

En cambio, S. A. R., por un impulso de su generoso y magnánimo corazón, acaba, en proclamas recientemente publicadas, de prometer tratar, con benevolencia a los pueblos que reciban como amigas a las fuerzas reales y les abran  sus puertas y entreguen sus armas.

Esto mismo ofrece a Teruel, si contesta Vd. a esta comunicación, con la rendición de la plaza en el término de dos horas.

 Dios guarde a Vd. muchos años.

Campamento sobre Teruel a 4 de Agosto de 1874.— El general jefe de estado mayor general, Antonio Lirzárraga. —Señor gobernador militar de Teruel.»

El brigadier Sr. Santa Pau, contestó en los términos que siguen:

« Gobierno-militar de la provincia de Teruel.- El honor militar tiene sus leyes, de las que no es posible prescindir.

Este me ordena defender la plaza hasta el último momento, cualesquiera que sean las consecuencias del ataque, de las que yo nunca podría ser responsable.

Aunque este motivo no fuese suficiente para tomar esta determinación, el espíritu de este vecindario, de la guarnición entera y de las autoridades, me obligarían a seguir este camino con el ánimo sereno y la conciencia tranquila.

Lo que tengo el gusto de participar a Vd. por contestación a su atenta comunicación de esta fecha. Dios guarde a Vd. muchos años. Teruel 4 de Agosto de 1874,—El brigadier gobernador, Jacinto de Santa Pau.—Sr. D. Antonio Lizárraga.»

Según los datos oficiales, las fuerzas sitiadoras pasaban de 10.000 hombres, mandados por los siguientes jefes: Freixa, 3.000 de la antigua facción Santés; Cucala (padre), cuatro batallones; Vallés, tres; Segarra, tres; Corredor, dos; Zuavos, ocho compañías, 500 caballos al mando de Monet, titulado brigadier, y cuatro piezas de artillería a las órdenes de un coronel.

Estas fuerzas iban al mando de D. Alfonso y doña Blanca. Su estado mayor lo componían: Lizárraga como general; los hijos del infante D. Enrique, coroneles; tres comandantes, un capitán y cinco paisanos, entre ellos dos franceses.

El día 3 al anochecer llegaron á la vista de la población, y aunque la oscuridad impedía verles, el ladrido de los perros del arrabal les denunció; al poco rato se oía distintamente el ruido de horadar paredes, romper puertas y formar barricadas: eran dos batallones  de Segarra y uno de Freixa, que habían ocupado las casas. Los bravos defensores, apostados en la muralla desde el día anterior, se limitaron á observar estos preparativos para con la claridad del día poder hostilizar mejor al enemigo.

El fuego rompióse antes del amanecer por una descarga hecha con sus cuatro cañones: al momento se generalizó en toda la línea con una rapidez tal que parecía furia, continuando así sin amenguar nada las quince horas que duró.

La línea de defensa la formaban 150 soldados de la reserva al mando de sus capitanes D. Rafael Hernández y D. Ambrosio Martínez; 80 guardias civiles con su capitán D. José Zúñiga y cuatro compañías de la  Milicia con sus comandantes D. Ramón Gómez y D. Vicente Tarrat, y sus capitanes D. Manuel Garzarán, D. Mariano Muñoz Nougués, D. Nicolás Monterde y D. Pedro Hureso; la defensa del distrito, estaba a cargo del comandante de la caja de quintos de Vicente Gómez y Díaz de Rada.

La artillería, servida por la compañía de Milicia al mando de su capitán D. Benito Bonet, con algunos soldados de la reserva recientemente instruidos, fue hábilmente colocada por el comandante de artillería de la plaza, teniente facultativo, D. Manuel Bonet y Calza, que habilitando explanadas para tirar y utilizando postigos consiguió dirigir las cuatro piezas sobre el enemigo.

Después de adquirir el gobernador militar por los vigías colocados en las torres, por los partes de los guardias y por sus propias observaciones, la certeza de que era este el único punto de ataque, acudió a él para mejor tomar las disposiciones en vista de las circunstancias

Como el día adelantaba y el enemigo seguía hostilizando con igual tenacidad, decidió apagar sus fuegos del arrabal concentrando los de toda la línea sobre aquel punto, operación que produjo muy buen resultado, puesto que se consiguió casi por completo,
apareciendo luego la bandera de parlamento.

Serian las seis de la tarde, y como había que relevar fuerzas, tomar precauciones y arreglar cuantos detalles se creyeran convenientes, les concedió éste y mandó cesar el fuego. Llegado el parlamentario, le entregó el oficio que hemos transcrito y que fue  inmediatamente contestado.

Despachada ésta contestación, el Sr. Santa Pau tomó las disposiciones convenientes para rechazar el asalto, pues no ignoraba habían llevado los pueblos inmediatos de orden de D. Alfonso sobre 300 escalas.

Pasada la noche sin que se notase movimiento por ningún punto, al amanecer del día 5 varias descargas del enemigo, contestadas por los defensores de Teruel, fueron la señal de huida de los carlistas, que traspusieron los montes en dirección a Corbalan.

La llegada de las columnas Iriarte primero, y Lasso después, explicó más tarde el motivo de una retirada tan precipitada.

Dignas son de elogio ambas columnas por su atrevido movimiento para socorrer a Teruel.

Aisladas, y con muy poca fuerza para combatir con D. Alfonso, cada una de por sí resolvió arriesgarse, llegando la de Iriarte a las nueve de la mañana, y la de Lasso a las cinco de la tarde, si bien este, además de venir por el camino por donde D. Alfonso se retiró, tuvo que evadir el combate con Gamundi, que tenía instrucciones para detenerle. El gobernador militar Santa Paú, ordenó luego un reconocimiento en el campo enemigo, donde se encontraron varios objetos de guerra, entre ellos una cartera con el plano de Aragón y otros papeles, muchas viandas preparadas y escalas qué fueron inutilizadas, algunas casas ardiendo y otras con el mobiliario destrozado.

Las pérdidas de los defensores fueron cuatro muertos, 13 heridos, y siete contusos. Los carlistas, según datos adquiridos por los prisioneros y por un guarda tuvieron sobre 30 muertos y de 80 a 100 heridos.


The Illustrated London News, 1874



TERUEL, SUCESOS DEL 4 DE AGOSTO DE 1874


En este caso, el poco o mucho mérito de los hechos indicados, corresponde única y exclusivamente al pueblo liberal de Teruel, a los beneméritos guardias civiles; que le ayudaron y al corto batallón provincial compuesto de quintos.

Las facciones de Aragón, Valencia y parte de las de Cataluña, ocuparon el arrabal de nuestra ciudad, con el mayor sigilo, en la noche del día 3 de agosto.

La noticia de la inesperada visita de tan molestos huéspedes, cundió rápidamente por todo el ámbito de la población, y desde luego corrimos presurosos a las armas ocupando los puestos designados.

En la madrugada del 4, la facción rompió contra la plaza un débil fuego de cañón desde las alturas de Santa Bárbara y Cementerio nuevo, arrojando sobre la ciudad algunas granadas, que por fortuna no causaron daño alguno.

La infantería carlista parapetada en las casas del arrabal, aspilleradas durante la noche, lanzó una lluvia de balas sobre nuestra débil muralla en el corto trayecto desde la torre llamada Bombardera hasta el “Almundí”.

El fuego fue horrible, intenso, sin intermisión durante catorce horas.

Las casas del frente quedaron acribilladas a balazos, así como la muralla que ya principiaba a resentirse.

Los defensores contestaron vigorosamente al fuego del enemigo, no solo con el de fusilería sino también con algunos disparos de cañón, bastante certeros, desde el postigo de la puerta de Alcañiz.

Los carlistas no intentaron un ataque formal por el arrabal ni por ningún otro punto. A las cinco de la tarde, previo un parlamentario, nos intimaron la rendición: semejante intimación, excitó la hilaridad de todos los defensores, fue rechazada como absurda, extravagante y ridícula.

Y lo era efectivamente, tratándose de una plaza que solo había sufrido un asedio de catorce horas y por un punto dado; de una plaza que no tenía brecha abierta; que no experimentará más pérdidas que la de cuatro muertos y dos heridos; de una plaza en fin, en la que todos sus defensores lo mismo al principio que al final, de la jornada, se hallaban firmes en sus puestos, animados y resueltos a rechazar al enemigo y escarmentar su osadía.

Desde las cinco de la tarde los carlistas no volvieron a hostilizarnos. 

La Milicia Nacional, la denodada Guardia civil y quintos del provincial, esperaron impávidos el ataque al anochecer; lo esperaron toda la noche; pero las facciones no se atrevieron a darlo, sin duda convencidas de su impotencia, y emprendieron una vergonzosa retirada al amanecer del día cinco.




Monumento a los héroes de 3 de julio y de 4 de agosto de 1874, 
en la plaza dedicada a éstos, hoy plaza de la Marquesa



-EL MES DE AGOSTO - 
-TERUEL, SUCESOS DEL 4 DE AGOSTO DE 1874-



Fotografías: Universidad de Sevilla, años 1930
Ilustración: The Illustrated London News, 1874  

Cosas del Año, suplemento a El Cascabel
Madrid, agosto de 1874

El Mañana, 4 de agosto de 1930
Artículo: Juan José Lorente. Teruel 11 de Agosto de 1875 
Por la copia: Juan de TeruelTeruel, 1 de agosto de 1930



aun2019



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