Fernando de Antequera, rey de Aragón |
El Compromiso de Caspe
Un controvertido acontecimiento estuvo a punto de propiciar una guerra civil en la Corona de Aragón. El 31 de mayo de 1410 moría don Martín I el Humano, originando un problema sucesorio, ya que un año antes Martín el Joven, hijo de Martín I y de María de Luna, había muerto a los 33 años sin dejar descendencia; y de su segundo matrimonio con Margarita de Prades (17 de septiembre de 1409), Martín I no tuvo hijos.
El Trono de la Casa de Aragón, quedó sin herederos directos y deseado por
muchos pretendientes, iniciándose así un período denominado Interregno, que culminó
con el Compromiso de Caspe.
Para solucionar la vacante se reunieron
parlamentarios en diferentes regiones. Los catalanes en Monblanc y después en
Barcelona.
En Zaragoza se congregaron el Arzobispo y
Capitán General, don García Fernández de Heredia; el gobernador, Gil Ruiz de
Lihori; el justicia, Juan Jiménez Cerdán y Berenguer de Bardají. La proposición
de las autoridades zaragozanas fue bien acogida, excepto en Huesca y otras
poblaciones que eran partidarias del conde de Urgel.
En
febrero de 1411 se reunieron los parlamentarios en Calatayud, acordando nombrar
tres representantes por cada región y reunirse en Alcañiz.
El 1
de junio de 1411, fue muerto en la Almunia, don García Fernández de Heredia,
que siempre estuvo en contra de la candidatura del conde de Urgel, por
servidores de don Antón de Luna.
Posteriormente
hubo parlamentos en Tortosa, Vinaroz y otros puntos, y también demostraciones
de guerra civil en Cataluña y Valencia.
El parlamento de Alcañiz funcionó de
septiembre de 1411 a marzo de 1412, en el se acordó reunir en Caspe a los nueve
compromisarios, tres por cada Estado Foral, para tras un meticuloso estudio
fallasen un pretendiente a la corona.
Los aspirantes al Cetro
fueron:
Fernando, el infante de Castilla, llamado
el de Antequera, hijo de Leonor, hermana mayor de Martín.
Jaime, conde de Urgel, biznieto por línea paterna
de Alfonso IV de Aragón.
Alfonso,
duque de Gandía, primo segundo de Martín, nieto por línea paterna de Jaime
II.
Luis, duque de Calabria, hijo del Rey de
Nápoles; Luis de Anjou y de Violante, hija de Juan I de Aragón y sobrina carnal
de Martín.
Fadrique, hijo natural de Martín de Sicilia, legitimado por Benedicto XIII y por quien Martín el Humano había mostrado bastante afecto.
Fadrique, hijo natural de Martín de Sicilia, legitimado por Benedicto XIII y por quien Martín el Humano había mostrado bastante afecto.
Todos mandaron embajadas para exponer sus
derechos. El que menos interés suscitó fue el duque de Gandía, pues era anciano
y murió pronto. Fadrique, menor de edad, tenía pocos partidarios; el duque de
Calabria contaba con el apoyo de los Luna y buscó también el de Granada e
Inglaterra. Fernando de Antequera tenía en Aragón un numeroso partido, la
influencia de Castilla, la del papa Benedicto XIII y la del elemento
eclesiástico.
El
15 de febrero de 1412, representantes de los tres Parlamentos: aragonés,
catalán y valenciano, acordaron elegir a nueve personas que decidieran acerca
de la sucesión en el trono, en el término de dos meses prorrogables por otros
dos. Las deliberaciones tuvieron lugar en la villa de Caspe, equidistante de
las capitales de los tres Estados.
Fueron
designados compromisarios personajes de cierto renombre. Por Aragón: Domingo
Ram y Lanaja, nacido en Alcañiz, obispo de Huesca; Francisco Fernández de
Aranda y Pérez (Francés de Aranda), nacido en Teruel, donado por la Cartuja de
Porta-Coeli, y Berenguer de Bardají, justicia mayor de Aragón. Por Cataluña:
Pedro Sagarriga, arzobispo de Tarragona, Guillén de Vallseca, letrado y
Bernardo de Gualbes, letrado y conseller de Barcelona. Y por Valencia:
Bonifacio Ferrer, hermano de fray Vicente Ferrer, prior general de la Cartuja;
el maestro fray Vicente Ferrer, dominico y el letrado Ginés Rabassa, que trastornado
durante las sesiones fue sustituido por el abogado Pedro Beltrán.
El
29 de marzo de 1412 se reunieron los compromisarios en el castillo de Caspe, de
la Orden de San Juan, donde oyeron los alegatos de los defensores de los pretendientes.
Desde el principio, la controversia parecía limitada a dos de los aspirantes:
Fernando de Antequera y el Conde de Urgel. El primer compromisario que habló
fue fray Vicente, a favor de Fernando al que debía adjudicarse el trono "por justicia, según Dios y en su
conciencia". El arzobispo de Tarragona creía "más útil" la elección de
Fernando, aunque consideraba preferentes los derechos del Conde de Urgel y el
del Duque de Gandía, con el inconveniente de que los dos eran de condición
similar. A esta opinión se adhirió Vallseca. Pedro Beltrán declaró que no
estaba en condiciones de fallar.
El 24 de junio se procedió a la votación. El primero en votar a favor de
Fernando fue fray Vicente Ferrer y a su voto se adhirieron su hermano Bonifacio
Ferrer, los aragoneses Francés de Aranda, Berenguer de Bardají, el obispo de
Huesca y el catalán Bernardo de Gualbes. El arzobispo de Tarragona no votó a
Fernando, aunque manifestó creer conveniente su elección; Vallseca se declaró
abiertamente por el conde de Urgel.
Y así resultó elegido el infante de
Castilla, Fernando de Antequera, hijo mayor de la hermana mayor de Martín I el Humano por seis votos contra dos y
una abstención.
La designación de Fernando de Antequera,
hecha pública el día 28, correspondió a dos reinos; Aragón y Valencia, al apoyo
de la Iglesia a través de Benedicto XIII por medio del cartujo Bonifacio Ferrer
y el dominico Vicente Ferrer, y a la burguesía barcelonesa representada por el
conseller Bernardo de Gualbes.
La elección no obedecía tanto a razones
de legalidad como de utilidad. Pues un interés económico vinculaba a la
burguesía catalana con Fernando de Antequera; la lana castellana de La Mesta,
en manos del poderoso Infante de la casa de Trastámara, necesaria para su
industria textil, y encontrar nuevos mercados para sus productos. Fernando
obtuvo en Caspe la unanimidad aragonesa, la mayoría valenciana con los dos
votos de la Iglesia y la minoría catalana con el voto del burgués Bernardo de
Gualbes.
Los documentos notariales de las
deliberaciones del fallo de Caspe fueron leídos solemnemente el 28 de junio de
1412, después de un sermón de fray Vicente. La sentencia fue muy celebrada en
Aragón, menos en Valencia y mucho menos en Cataluña.
La decisión de elegir a Fernando de
Antequera fue más por evitar una guerra con Castilla que por otra cosa y
aumentó el malestar dentro de la Corona.
De este modo la rama menor de la casa de
Trastámara quedó instalada también en la Corona de Aragón. El establecimiento
de una misma dinastía en Castilla y Aragón fue un poderoso factor en el camino
de la unificación española.
aun2014
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