sábado, 18 de enero de 2020

Techumbre mudéjar de la Catedral de Teruel



Techumbre mudéjar de la Catedral de Santa María de Mediavilla, Teruel



ASPECTOS TÉCNICOS DE LA TECHUMBRE DE LA CATEDRAL DE TERUEL

UN INCENDIO DESATÓ LAS ALARMAS

El 17 de octubre de 1994 un incendio destruyó por completo la capilla de la catedral de Teruel dedicada a la Virgen de los Desamparados, del siglo XVIII, perdiéndose entre otros bienes el retablo y la talla allí venerada, que databa de 1677. Ante el temor de que el fuego hubiese afectado a la techumbre o a la torre de Santa María, la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura encomendó al Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC, actual Instituto de Patrimonio Cultural de España –IPCE–) que evaluase los destrozos causados. 

El ICRBC envió a un equipo de técnicos a estudiar la situación sobre el terreno. Tras varias visitas, nuestro informe determinó que las llamas no habían afectado a la armadura y que los escasos restos de hollín que pudieron alcanzarla habían quedado depositados sobre la capa de suciedad que existía. Sin embargo, la exhaustiva inspección efectuada nos permitió constatar la presencia de deformaciones en la estructura y de zonas de levantamiento de la pintura, la extensión de los repintes, las acumulaciones de suciedad y un conjunto de patologías y riesgos que debía ser convenientemente analizado, estudiando su origen y consecuencias para la futura conservación de la armadura.

Se decidió llevar a cabo la consolidación y restauración de la techumbre, tanto de la madera como de su policromía, en dos fases: una de estudio detallado y sistemático sobre el estado de la obra, y otra de intervención a partir del diagnóstico elaborado. Al mismo tiempo, se dieron las circunstancias que propiciaron la firma de un convenio de colaboración entre instituciones públicas y privadas –Ministerio de Cultura, Diputación General de Aragón, Caja de Ahorros de la Inmaculada y Cabildo de Teruel– para llevar a cabo esta intervención.



ESTUDIO EXHAUSTIVO E INTERVENCIÓN RESPETUOSA

Los trabajos en la techumbre de la catedral de Teruel se desarrollaron entre 1996 y 1999. En primer lugar se estableció una metodología multidisciplinar, con un planteamiento de estudio global que, a partir del inmueble, se centraba en la armadura, la policromía, el soporte lignario, el sistema estructural y constructivo, la cubierta y los muros perimetrales, por entender todo ello como una unidad indisoluble expuesta a agentes patológicos interrelacionados y necesitada, por tanto, de un proceso de conservación conjunto.

La fase de estudio previo se desarrolló de marzo a octubre de 1996 y contempló, por un lado, un completo examen descriptivo y analítico in situ; y por otro, las investigaciones complementarias. Con los resultados obtenidos se ajustó el proyecto de intervención correspondiente a la segunda etapa de conservación y restauración.

El campo de actuación no se limitó a la zona visible de la techumbre, sino que se abordaron también operaciones arquitectónicas requeridas para la creación de los medios de protección necesarios para su conservación. Una de ellas consistió en despejar el acceso al trasdós del almizate, entonces impracticable, lo que posibilitaría su vigilancia y mantenimiento. Otras fueron la inspección del trasdós del alero, la limpieza del escombro en la zona superior y la reparación de la teja de cubierta. Por otro lado, el peligro latente de que pudiera producirse un incendio en la base de la torre –ocupada entonces por un taller de carpintería– que por un efecto de chimenea llegaría inmediatamente a la estructura de madera de la techumbre, se atajó con la instalación de una puerta cortafuegos y demás obras auxiliares.

Los primeros pasos consistieron en la preparación de diversas pautas que facilitaran la coordinación de las actividades de los distintos equipos participantes. Con este fin se elaboró una nomenclatura para la lectura de textos, fotos, fichas y planos, numerando las secciones desde el presbiterio a los pies de la catedral, y las tablas de los faldones por calles y de arriba a abajo, completando esta numeración con una terminología precisa para cada elemento de la techumbre que identificase y definiese las piezas constitutivas, lo que facilitaba el empleo de una denominación común por parte de todos los intervinientes. Asimismo, se diseñaron fichas y otros recursos gráficos específicos para la caracterización de materiales y técnicas, registro del estado de conservación, anotación de elementos nuevos o añadidos, repintes, etc.

Una minuciosa planificación previa permitió recoger y procesar datos exhaustivos en cuanto a superficies y elementos existentes. Se realizaron esquemas acotados de las piezas que constituyen la techumbre a nivel estructural, constructivo, de cierre y decorativo. Se estudió el sistema constructivo, su labra y tipo de ensambles, y también se calculó la geometría resistente y su comportamiento mecánico. Con todo ello se desarrolló la hipótesis de construcción y montaje de la armadura. Conocida ésta, se pasó a continuación al estudio de los agentes de alteración que afectaban a la madera y a la patología constructiva y estructural, procediendo al análisis causa-efecto y al del funcionamiento actual. Del mismo modo, se analizó la pintura con un estudio descriptivo de la película pictórica original y la hipótesis de sus procesos de ejecución, de acuerdo a los elementos constitutivos de la techumbre, a partir de los cuales se estudian los repintes y se analiza su estado presente. Todo ello puesto en relación con la ingente documentación que el avance del proyecto iba generando.

Dentro de la fase de estudio se realizó un seguimiento microclimático en el edificio durante un ciclo anual, con objeto de contar con datos significativos sobre las condiciones ambientales naturales y las perturbaciones debidas al uso humano del inmueble, para analizar su influencia en los procesos de deterioro de la techumbre. También se elaboró una propuesta sobre la iluminación de la catedral, con el propósito de reducir los perjuicios derivados del sistema lumínico sobre las policromías y la estructura de la techumbre, de forma que representase una cuidadosa puesta en valor de la obra. Coincidiendo con el estudio in situ se realizó un nuevo muestreo de la madera de la techumbre, encargado al Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA). Para el análisis de los materiales presentes en la policromía se procesaron un total de 118 muestras, correspondientes a las diferentes zonas de la superficie pictórica, acompañada cada una de ellas con su correspondiente información acerca de pigmentos, aglutinantes, metales y tipos de acabado, así como, en su caso, repintes y otros materiales que cubrían la pintura. El estudio histórico- artístico recopila toda la información posible relativa a la armadura. Se consultan diversas fuentes documentales, reuniendo material gráfico y documental procedente de archivos civiles y eclesiásticos de Madrid, Alcalá de Henares, Teruel y Zaragoza, realizándose también entrevistas a personas que pudiesen aportar información de interés.

De todo ello derivó una propuesta completa de actuación de conservación y restauración, que aportaba a la techumbre una serie de ventajas para su adecuada preservación. Entre otras cosas, su conservación se enfocaba a largo plazo, rompiendo así la práctica de intervenciones parciales que hasta entonces se había mantenido. El estudio ofrecía la garantía de una intervención razonable, nunca hasta entonces planteada ni estudiada con tanta extensión, con una actuación global estructura-soporte-policromía. La propuesta también contemplaba la eliminación de sobrecargas superpuestas a la techumbre o la eliminación de los recrecidos de los muros perimetrales, para facilitar la ventilación de su entramado y librar el telar del empotramiento (concepto inadmisible en todo sistema constructivo de madera), posibilitando los movimientos necesarios entre las piezas, tal y como estaba originalmente concebido. Asimismo, se planteaba la eliminación de elementos de madera y metálicos añadidos al reverso, dado que parte de ellos carece de sentido constructivo o estructural, devolviendo a la techumbre su sistema original mediante injertos. Tampoco se olvidaron propósitos como la revisión de los elementos no inspeccionados por su inaccesibilidad, la posible reubicación de las tablas cambiadas, realizar un adecuado tratamiento de desinsectación-desinfección de la madera, coser las piezas fracturadas, tratar los aleros, solventar deformaciones, etc.

Éramos conscientes de que dicha propuesta también presentaba inconvenientes, tales como el elevado coste de la operación, que incluso podría incrementarse ante la siempre posible aparición de imprevistos en las zonas que permanecen ocultas. Como es lógico, aun realizándose una intervención completa, se habría de hacer un riguroso seguimiento y cumplir con un detallado plan de conservación preventiva. Por último, apostábamos en firme por el criterio de mínima intervención necesaria.

Aquel estudio permitió una actuación consecuente con el estado de la obra, a partir de un completo conocimiento de su problemática y de los recursos disponibles. Aunque no pudieron acometerse todas las propuestas contempladas, se recopiló una amplísima información que redunda en un pormenorizado conocimiento de esta asombrosa techumbre, también en cuanto a la problemática asociada, que servirá de referencia para futuras actuaciones de conservación.






UNA PINTURA EXCEPCIONAL

De entre los aspectos entonces estudiados en la techumbre de la catedral de Teruel, la presente comunicación se detendrá especialmente en la pintura y su conocimiento, abordado desde la específica finalidad de su preservación. La riqueza y extensión de la policromía obligó a la realización de un estudio en profundidad, que a su vez conllevó el reto de poner a punto una metodología apropiada, síntesis de los avances de las ciencias aplicadas a la conservación, el trabajo de equipos multidisciplinares en la caracterización de materiales y técnicas pictóricas, así como la elaboración de un sistema de lectura de la policromía in situ, específico para techumbres y enfocado a optimizar la selección de muestras y la consiguiente contextualización de los resultados de laboratorio. Ha pasado más de una década desde entonces, y aún hoy aquella actuación continúa siendo metodológicamente válida: se trata de mejorar las condiciones de conservación mediante la identificación de los materiales, la diagnosis sobre su estado y la formulación de estrategias adecuadas.

Como señala la mayoría de los autores que han estudiado esta techumbre, estamos ante una pintura de estilo gótico lineal, del último tercio del siglo XIII, con motivos ornamentales de raigambre musulmana y reminiscencias románicas. Por lo que respecta a su iconografía, aún sin aclarar, se destaca la representación del mundo del siglo XIII que plasman las grandes obras que compendian el saber y ciclos temáticos con trasfondo religioso y cósmico. Técnicamente destaca un fuerte y vivo cromatismo, mediante el uso de colores puros y algunas mezclas aplicados en campos planos y que se superponen, sin fundirse, aportando una leve sensación de volumen. Destacan las líneas de delimitación, generalmente negras, y las luces conseguidas mediante el blanco puro. Luces y sombras son planas y no manifiestan la orientación natural de la luz. Las escenas aparecen en primer plano, sin perspectiva, sobre fondos monocromos, tomando el aspecto de vidrieras historiadas.

Ana Carrassón López de Letona

Instituto del Patrimonio Cultural de España








turoliense.aun2020



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