El
Torico, 22 de febrero de 1938
El
15 de diciembre de 1937 nevaba copiosamente en el sur de Aragón. A 18 grados
bajo cero, comenzó el ataque republicano a la ciudad de Teruel. Aunque la
batalla parecía inclinarse hacia el bando que ejercía la ofensiva, el 22 de
febrero de 1938 (tras nueve semanas de batalla) Teruel quedaba finalmente en
manos del ejército franquista, tras uno de los combates más cruentos de la
Guerra Civil.
El
admirado Torico, firme en el pedestal en el centro de su plaza y símbolo de
Teruel, aguantó bombardeos y cañonazos hasta que una violenta explosión lo hizo
caer al suelo, desplazándolo unos metros. La columna que sujetaba la escultura
se rajó y tuvieron que colocar varias vigas de madera a modo de apuntalamiento,
como se ve en una de las fotografías. Una granada también destruyó una casa de
la plaza.
¿Qué
pasó con el Torico? El símbolo turolense desapareció en combate. En las páginas
de HERALDO de la época se cuentan varias versiones sobre el hecho; unos decían
que se lo habían llevado los republicanos, otros que algún ciudadano lo había
escondido para que no sufriera más daños; se le había estropeado el cuerno
derecho y tenía una grieta en la pata.
HERALDO
contó finalmente la resolución del enigma. Un baturro de corazón turolense
arriesgó su vida por salvar el Torico y lo recogió, depositándolo después en el ayuntamiento de la ciudad.
Así
contó HERALDO en sus páginas de hace ahora 80 años cómo encontraron al Torico,
que daban por desaparecido:
Sobre
las cinco, dos oficiales del Cuerpo de Ejército de Galicia, el comandante de
Intendencia y el alférez médico, recorrían el Ayuntamiento cuando, encima de
una mesa de despacho de las oficinas dieron con el Torico famoso ¡Cuánta
emoción! Los ojos lo veían sin creerlo. Amorosamente acariciaron el musculado
bronce y llamaron a las gentes para darles la noticia. Gritos, entusiasmo.
¿Será el auténtico?
La
duda ensombrece tanta alegría. Pronto de la multitud que se agolpa llega un
hombre que fue defensor de la ciudad, y dice:
"Nuestro
Torico fue derribado de su columna por una explosión y se le estropeó el cuerno
derecho. Además tenía una grieta en la pata.
Las
manos palpan y los ojos se abren. El Torico tiene las dos huellas. ¡Es él!
Entonces se organiza una manifestación y a hombros le llevan dos de los
antiguos vecinos de la ciudad. Detrás, los soldados, todos, todos... se trae
una escalera, mejor dicho, brota, nadie sabe de dónde y cómo, y en un gran
silencio se le pone en su sitio para que siga presidiendo la vida urbana que va
a volver.
Ya
está allí, limpio, brillantes sus tonos verdinegros, erguido, desafiante y
orgulloso. Símbolo de páginas que fueron, símbolo de las que se escriban. Era
un buen amigo y no quiso estar en su lugar en el breve espacio de la batalla.
Ya está aquí para que todos le vean".
Noticia
de hemeroteca recopilada por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez
Documentación
de HERALDO DE ARAGÓN, 23/02/2018
Fotografía:
Francisco Martínez Gascón, 23/02/1938
Fuente: Imágenes de un siglo.
Heraldo de Aragón (1895-1995)
Fotografía: Biblioteca Digital Hispánica
turoliense.aun2020
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