VIRGEN DEL TREMEDAL, TRONCHÓN
-El milagro del pastor manco-
-El milagro del pastor manco-
Un buen día de primavera, el pastor manco de Orihuela andaba con su
rebaño de ovejas, posiblemente silbando una jota para distraerse, cuando tras
unas rocas se le apareció la Virgen.
-Dame un poco de pan -le pidió la
Virgen-, pues tengo hambre.
El pastor se quedó atónito ante la inesperada
aparición, pero enseguida reaccionó y dirigió su mano sana a la alforja para
sacar el pedazo de pan que llevaba. Al ver lo que hacía, la Virgen le
dijo:
-No, pastor, no. Has de sacarlo con la otra mano.
El pobre hombre,
que todavía no había reconocido a la dama que le hablaba, le
contestó:
-Señora mía, si pudiera valerme de la otra mano a buen seguro no
llevaría vida tan arrastrada como la que ahora llevo.
Pero la Virgen
insistió:
-Vamos, prueba a sacarlo con la otra mano.
El pastor,
obedeciendo no sabiendo por qué, metió su brazo manco en la alforja y cuál no
sería su sorpresa cuando del zurrón sacó el brazo entero, con el trozo de pan en
la mano.
Dándose cuenta entonces de quién era la Señora que tenía delante, se
hincó de rodillas y adoró a la Virgen.
-Ahora, pastor -le habló la Virgen-
vuelve a Orihuela y comunica a todos el milagro que en ti he obrado, pues siento
agrado por esta tierra y es mi deseo ser venerada en ella.
Tiempo le faltó al
pastor para llegarse hasta Orihuela y el pueblo, al ver el milagro, fue en
procesión a la sierra del Tremedal, al lugar donde se había aparecido la Virgen.
Pero ella ya no estaba. En su lugar, había una hermosa imagen suya.
Los
habitantes de Orihuela llevaron la imagen de la Virgen a la iglesia. Pero al día
siguiente había desaparecido. Buscaron por todas partes y, al final, encontraron
la imagen exactamente en el lugar en que se había aparecido. Comprendiendo que
la Virgen quería estar allí, allí decidieron edificar una ermita.
Sin
embargo, la tarea no se presentaba nada fácil pues el lugar elegido por Nuestra
Señora era un terreno abrupto y seco. Pero cuando la gente de Orihuela se puso a
abrir un pozo, a los pocos golpes manó agua en abundancia; y al arrancar unos
pinos para proveerse de madera, en las raíces de uno de ellos se encontró una
suma de dinero suficiente para terminar la obra. Así, la construcción de la
ermita se pudo realizar sin mayores dificultades, gracias a la Virgen.
Y
desde entonces, Nuestra Señora del Tremedal ha protegido y cuidado a las gentes
de esta tierra, salvando niños que iban a ahogarse en pozos, cuidando y
multiplicando el ganado de los pastores, y cuentan que hasta protegió a una fiel
devota de las garras del mismísimo demonio.
Texto: Angel Giméno Monforte
30 de diciembre de 2005
Fotografía: López Segura
10 de agosto de 1952
10 de agosto de 1952
aun2016
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