LAS
SOPAS DE AJO
Teruel
tiene fama por sus celebradas sopas de ajo, preparadas de modo especialísimo.
Esta forma característica de preparar el condimento consiste en la utilización de
un puchero de barro típico del país con tapadera, y sea por ello o bien por las
aguas de Teruel o por cualquier otra razón que no es posible determinar, lo
cierto es que estas sopas de ajo tienen aquí sabor especialísimo.
Típicamente
se sirven además en otros pucheritos más pequeños e igualmente de barro, y es
tanta su fama, que personas de otras provincias aprovechan su estancia en esta
capital para adquirir los indicados pucheros de barro con el fin de preparar en
lejanas regiones las sopas al estilo de Teruel.
Sobre
este plato existe una antigua tradición que es la siguiente:
LA TRADICIÓN DE LAS SOPAS DE AJO
Dice
la tradición que cuando el invicto rey Don Jaime I el Conquistador, proyectaba
la conquista del reino moro de Valencia en el primer tercio del siglo XIII, era
Teruel el centro de las operaciones de los ejércitos cristianos. Y estando Don
Jaime I en Teruel, en la flor de su juventud, enfermó de una dolencia que lo
mantenía postrado.
En
vano los más famosos médicos o físicos de su Corte intentaron remedios para
volverle a su antigua vitalidad, en vano se aplicaron cuantas recetas se
conocían entonces y, finalmente, según la costumbre del Medievo se permitió que
cualquiera que conociera algún remedio lo aplicara para ver si de este modo se
lograba sanar a la regia persona.
También
fracasaron cuantos remedios caseros fueron empleados.
Y
entonces cinco jóvenes guerreros turolenses decidieron que el rey Don Jaime I
solamente podría curar mediante unas sopas de ajo al estilo de Teruel y decidieron
que el monarca debía tomar este plato sabroso y de grandes virtudes curativas.
Pero
la abundancia de guerreros y cortesanos en Teruel había agotado en la vega los ajos,
no pudieron hallar ni una sola cabeza de ajo con que hacer la celebrada sopa.
Animosos
los jóvenes decidieron que puesto que en Teruel no los había debían saquearlos
en la vega valenciana y, aprestando sus corceles y sus armas, realizaron una
temeraria cabalgada sobre la huerta de Valencia los cinco jóvenes turolenses
con el exclusivo propósito de conquistar unos miserables ajos.
El
ideal material era bien pobre, solamente unos ajos, pero el ideal auténtico que
animaba sus espíritus era salvar a su rey.
Y dice la tradición que de los cinco
fuertes guerreros solamente uno volvió, pereciendo los otros en la empresa, pero
aquel que volvió, volvió triunfante ondeando una ristra de ajos conquistados de
los moros.
Don
Jaime I el Conquistador probó las sopas de ajo de Teruel y desde este momento sintió
una mejoría que se acentuó al repetirse día tras día el condimento.
El invicto rey Don Jaime I el Conquistador sanó y volvió a su primitivo ardor combativo reanudándose las hazañas gloriosas de la conquista de Valencia, y esta curación extraordinaria se debió según la tradición turolense a unas sopas de ajo al estilo de Teruel.
El invicto rey Don Jaime I el Conquistador sanó y volvió a su primitivo ardor combativo reanudándose las hazañas gloriosas de la conquista de Valencia, y esta curación extraordinaria se debió según la tradición turolense a unas sopas de ajo al estilo de Teruel.
Aragón
Revista Gráfica de Cultura Aragonesa
Zaragoza, julio, agosto, septiembre de 1960
aun2017
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