Fiestas Populares
-Provincia de Teruel-
Se celebran, por lo general, el día de la Virgen de Agosto, Asunción de Nuestra Señora, el 8 de septiembre, no faltando pueblos, como Monreal del Campo, Santa Eulalia, Cella, Calanda, que las hacen coincidir con el 12 de octubre, festividad de Nuestra Señora del Pilar. En Teruel capital tienen lugar el 30 de mayo, en honor de San Fernando, sus Ferias y Fiestas, y el domingo más próximo al 10 de julio -festividad de San Cristóbal. la Vaquilla del Angel, fiesta popularísima, consistente en correr por las calles y Plaza del Torico, toros ensogados, arriesgada diversión en la que participa la población entera. Las mujeres, desde los porches de la plaza y en la bocacalles, presencian los alardes de valor y maestría de los mozos, teniendo algunas veces que esquivar en las pilastras las incursiones que el toro realiza por las porchadas y accesos callejeros. Todo ello va unido a verbenas, organizadas por diversas peñas juveniles y otros festejos populares, que están haciendo de la Vaquilla del Angel un atractivo turístico realmente importante para Teruel.
Se ignora el origen de esta fiesta, aunque se han hecho no pocas conjeturas y escrito bastantes libros y folletos sobre ella. Dicen algunos autores que el abad de la Cartuja de Portacoeli, venerable Francés de Aranda, figura insigne en el Compromiso de Caspe e ilustre turolense, dejó un donado para esta fiesta popular en Teruel, ordenando que la carne de los toros corridos se repartiera entre los presos. Pero es probable que el origen de la Vaquilla, llamada del Angel Custodio, sea la traducción cristiana -con la advocación del Angel - de alguna antiquísima costumbre ibérica, pues ibérico es el nombre de Teruel, cuya raíz lingüística es el toro, y que fuera algún culto primitivo que los habitantes rindieran al "totem" de la población.
En las serranías de Albarracín y de Mora de Rubielos, también las fiestas populares tienen por base y fundamento los toros, como en otros muchos pueblos de la provincia. No es incomprensible esta afición, puesto que en las cuevas del Navazo de Albarracín, encontramos pinturas rupestres donde el toro y el hombre están representados en escena de caza o de una lidia primitiva, Allí han abundado siempre ganaderías de reses bravas, y a gala han tenido los pueblos de llevar los toros o vacas de mayor tamaño para sus fiestas mayores, lidiándolas, bien los propios mozos del pueblo o bien "maletillas" de poca monta, en improvisadas plazas de carros, vigas y tablados.
De estas fiestas de toros merecen mención las de Albarracín, por el marco extraordinario de su Plaza Mayor convertida en coso taurino, así como las de Bronchales, Orihuela, Torres y otros pueblos comarcanos. En Albarracín se celebra un encierro de las reses a lidiar, muy similar al de Pamplona. Los mozos corren por las estrechas y empinadas calles, delante y detrás de los bravos toros, sin inmutarse tampoco cuando, desde el viejo camino de Royuela, entran en la carretera para cruzar el largo y oscuro túnel que perfora de parte a parte la montaña sobre la que se asienta el pueblo.
En las demás localidades de la Sierra es también típico el encierro, acompañando a los mayorales, mozos del pueblo, montados en engalanadas cabalgaduras y llevando a la grupa a guapas mozas amplios mantones de Manila.
En la Sierra de Mora la fiesta tiene otra característica distinta. Allí lo típico es el toro embolado de fuego. Algo así como cuando los íberos luchaban contra los cartagineses y lanzaban sobre sus campamentos toros con bolas de fuego en los cuernos. Al toro bravo, abundante en la comarca, se le coloca un yugo y, diestramente dispuesto sobre él, un aparato de hierro sobre el cual van encendidas unas bolas confeccionadas con resina, pez y estopa. No hay peligro de que el fuego dañe al animal, puesto que las chispas caen siempre fuera de su cuerpo, pero aun así, en Rubielos de Mora por ejemplo, cubren el lomo de la res con una capa de arcilla para evitarle quemaduras. El toro corre suelto por las principales calles, tapándose las accesorias con "tarracleras", y ante él los mozos, que han de esquivar no solo las cornadas sino también, esos otos cuernos de llamas que lleva la res en su testuz. La fiesta se celebra de noche, con el alumbrado público apagado y es de un efecto plástico extraordinario.
En Calamocha, para San Roque, se corren vaquillas sueltas por las calles, lo mismo que en Albalate del Arzobispo, San Agustín y otros pueblos, aparte de los festejos taurinos digamos profesionales.
La provincia de Teruel cuenta con las siguientes plazas de toros permanentes: Teruel, con un aforo de 7.000 personas; Alcañiz, 5.000; Calanda, Albalate del Arzobispo y Calamocha con unas 3.000 localidades; y Cella, 2.000.
Dibujo, monumento a la Vaquilla del Angel, Gonzalvo
Recogido por Alfonso Utrillas Navarrete, 2016
Recogido por Alfonso Utrillas Navarrete, 2016
aun2016
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